Conociendo a Valverde

Poco a poco, Ernesto Valverde va dejando entrever su trazo en el lienzo que acaba de estrenar. Aunque se sabe observadísimo, como aquellos pintores de Montmartre rodeados de turistas, va dibujando su Barça sin temblor de manos. Y eso que hay turbulencias en el entorno y la Supercopa de España le dejó en mal lugar a ojos de la crítica. Pero tras aquel borrón, en el que la fuga de Neymar tuvo su influencia, Valverde se ha asentado tirando del manual más clásico. Ha optado por el paisaje más conocido para arrancar su obra en azulgrana. Una alineación con pocos cambios de un encuentro a otro, con abundancia de veteranos y ‘pesos pesados’. A diferencia de Luis Enrique, los vaivenes en el once no le van. Si tiene que repetir con jugadores que vienen de jugar hace tres días, repite. Tiene su lógica: en septiembre no pueden estar cansados. Y si alguno nota una molestia se supone que avisará para evitar una lesión. Mayorcitos ya son. Con Piqué, Alba, Busquets, Rakitic, Iniesta, Messi y Suárez, manga ancha y que jueguen. Se lo han ganado. Con los nuevos, proteccionismo. En lo táctico, sentido común. Si se fichó a Semedo para apuntalar el lateral, que juegue. Si Dembéle brilló en Dortmund por la derecha, a la derecha aunque Neymar jugase por la izquierda. En la pizarra, un 4-3-3 que se parece mucho a un 4-4-2 porque Messi baja y se va al centro. Y Alba, que tiene fuelle, que corra por la izquierda. El equipo, juntito en campo contrario y presionando. Por ahora le siguen. El reto es que sigan apretando cuando el técnico ya no sea una novedad. Y pese a su suavidad ante la prensa, firmeza en sus decisiones. Si Vermaelen, Vidal y Digne están los últimos de la fila y quedan fuera varios partidos, es lo que hay. Su obligación es no bajar los brazos. Y ante las trampas, que alguna le han puesto, frialdad y balón a la grada. Sin reyertas que bastantes hay. El cuadro pinta bien pero queda mucho. Hoy, otro brochazo