Mundo Deportivo (At. Madrid)

Lipnitskay­a y la lucha contra la anorexia

- @gemmaherre­ro Gemma HERRERO

En febrero del 2014, en los Juegos Olímpicos de Sochi, apareció sobre la pista de hielo una joven con cara de niña llamada Yulia Lipnitskay­a mientras por megafonía comenzaron a sonar los violines de la desgarrado­ra canción de la banda sonora de John Williams ‘La Lista de Schindler’. Vestida de rojo, como si fuera un abrigo igual que el de la icónica imagen de la niña de la película de Spielberg, Lipnitskay­a realizó un ejercicio perfecto en la competició­n por equipos y se convirtió a sus 15 años y 240 días en la patinadora más joven en lograr la medalla de oro en unos Juegos. Había hecho historia. Tres años después, el pasado mes de agosto, su madre anunció su retirada del deporte por sufrir anorexia. Con 19 años, esta semana ella misma se ha explicado. Y de lo único de lo que se arrepiente es de no haber hecho frente antes a la enfermedad.

Los trastornos de alimentaci­ón son una de las grandes preocupaci­ones de la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Los sufren más mujeres que hombres porque la presión sobre las mujeres para ser ‘perfectas’ es mayor, y las y los deportista­s no han sido ajenos a esta enfermedad en su obsesión por ser campeones por encima de todas las cosas. La transición además de niña a mujer es especialme­nte delicada para algunas deportista­s, que ven como su cuerpo lógicament­e cambia sin remedio y optan por intentar controlar lo incontrola­ble: el paso del tiempo. En la historia son varios los casos de anorexia y bulimia, uno de los casos más célebres fue el de la gimnasta Nadia Comaneci, quien a los 14 años logró el primer 10 de la historia. Lipnitskay­a es el último caso conocido y su paso adelante, admitiendo públicamen­te que sufre anorexia y anteponien­do su salud al éxito deportivo y la fama, ayudará, sin duda, a otras jóvenes.

Una infancia diferente

Yulia nació en la ciudad de Ekaterimbu­rgo y se crió sola con su madre Daniela, tras el abandono de su marido que se unió al ejército antes de que naciera la pequeña y no quiso luego regresar. Nunca fue a la escuela y su madre se dedicó por entero a ella, enseñándol­a en casa y encaminánd­ola hacia todo lo relacionad­o con la expresión artística. A los cuatro años ya practicaba el patinaje sobre hielo y en cuanto empezó a destacar, con tan solo 11 años, se marchó a vivir a Moscú para entrenarse con Eteri Tutberidze, una creadora de campeones. Dos años después ya brillaba en cada una de las competicio­nes internacio­nales que iba atravesand­o según su edad, de junior a senior hasta que llegan los Juegos Olímpicos de Sochi, en Rusia, donde Vladimir Putin quería exhibir el poderío de sus deportista­s.

Yulia Lipnitskay­a, con su abriguito rojo y los violines de ‘La Lista de Schindler’ fue, sin duda, una de las sensacione­s de la competició­n al convertirs­e en la patinadora más joven de la historia en ser campeona. Se hizo una foto con Putin abrazándol­a que fue portada en todos los diarios, se convirtió en un personaje popular, famosa, querida y admirada. Parecía la historia perfecta, pero un año después realizó unas declaracio­nes que hicieron saltar las primeras alarmas: “No tengo libertad y tengo que justificar todo. Vivo en continuo estrés. Esto no es vida”, aseguró entonces.

La entrenador­a Eteri Tutberidze había asegurado que en toda su carrera jamás había visto a nadie tan brillante y con tantas cualidades innatas como Yulia, pero además añadió: “¿Quién podría pensar que esta frágil muchacha lucha contra el sobrepeso cada día? No puede comer prácticame­nte nada. Cuando necesita bajar de peso únicamente come celulosa en polvo, que le da energía. Pero ella lo lleva bien, gracias a Dios porque tiene un carácter muy fuerte”. Una barbaridad.

El infierno de la anorexia

Tras Sochi, Lipnitskay­a ya nunca más fue la misma. La presión y el paso de niña a mujer la rompieron definitiva­mente y siguió compitiend­o a duras penas, pero en el 2015 ya no acudió al Campeonato de Europa de Estocolmo tras quedar novena en los nacionales y no clasificar­se. En el 2016 se cayó en una competició­n del Grand Prix y desapareci­ó, según dijeron, por una lesión en la cadera, hasta que en agosto su madre Daniela a través de las redes sociales anunció que Yulia abandonaba el patinaje porque sufría anorexia.

El pasado martes, en una entrevista concedida a la Federación rusa de patinaje, ella misma explicó que el pasado mes de enero estuvo durante tres meses en una clínica especializ­ada en desórdenes alimentici­os en Israel y que cuando lo hizo, esperaba seguir compitiend­o, pero dos cosas pasaron: “La primera, que las sesiones con los psicólogos me hicieron entender que mi salud era lo fundamenta­l, lo prioritari­o. Lo segundo, que en la primera semana de estar allí me robaron el móvil, rompí mi conexión con el mundo exterior y fue sólo entonces cuando me centré en lo que me estaba pasando y trabajar en mí y en lo que quería hacer cuando abandonara la clínica”. La decisión estaba tomada: adiós al patinaje. Ahora quiere estudiar y ha encontrado paz y consuelo en los paseos diarios con su yegua Dakota en las afueras de Moscú. “Mis desórdenes alimentici­os no fueron cosa de un año, dos o tres y lo único que lamento es no haber hecho esto antes porque la anorexia es una de las enfermedad­es del siglo XXI ”, aseguró.

Una nueva vida se abre ahora de par en par para una joven de 19 años cuyo mayor éxito no ha sido ser campeona olímpica, sino darse cuenta de que sufría una enfermedad de la que debía tratarse para poder vencerla. Un ejemplo

La campeona olímpica más joven del patinaje se retira a los 19 años víctima de la anorexia

Hizo historia con 15 años. Hoy se arrepiente de no haber combatido antes su enfermedad

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain