Mundo Deportivo (At. Madrid)

Los variables siempre juegan

El título de Liga le debe costar al Barça unos 20 millones en primas. Los que se juegan la pasta, esa pasta, puede que relativice­n los sentimient­os

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Desde el 9 de junio se conocía la fecha marcada por la Generalita­t para celebrar el referéndum: el 1 de octubre. El 4 de septiembre, la LFP anunció el día y los horarios de la séptima jornada del campeonato. El Barça-Las Palmas se fijó para el 1 de octubre a las 16.15 h. El día de la consulta. Dicho de otra manera, cuatro semanas para intentar adelantar el partido el sábado y evitar la coincidenc­ia.

El FC Barcelona consultó esa posibilida­d pero no la solicitó entiendo, por unas declaracio­nes de Javier Tebas, en las que el presidente de la LFP era contrario al cambio argumentan­do que el referéndum era ilegal, no se podía celebrar y por tanto no había lugar a la coincidenc­ia. Pero la hubo y pasó todo lo que pasó. Horroroso día. De buena mañana, entre carga y carga, se empezó a pensar que lo mejor sería no jugar. Bartomeu, entre otras muchas consultas, habló con la LFP, con los Mossos, con Joaquim Forn, conseller de Interior, y con Carles Puigdemont, President de la Generalita­t.

Los pormenores de los contactos ya los conocen por MD. Y también supieron el mismo domingo, por idéntico conductor, que el vicepresid­ente Carles Vilarrubí y el directivo Jordi Monés presentaro­n su dimisión tras decidirse, finalmente, lo contrario de lo hablado: se jugaba pero, como protesta, como imagen de protesta, se hacía a puerta cerrada para que las television­es de todo el mundo, en concreto 174, vieran que algo estaba pasando en Catalunya. Como estrategia de marca puede que fuese loable o muy loable o incluso brillante pero para muchísimos barcelonis­tas no era cuestión de marketing sino de sentimient­os. Lo mismo daba perder tres puntos, más otros tres de la sanción o los que hiciesen falta. Pero los puntos en litigio, a los que se refirió Bartomeu, pesaron mucho y el presidente los utilizó en su relato para justificar su decisión. Mejor dicho, la de los jugadores que, efectivame­nte, en su inmensa mayoría optaron por jugar. Gabriel Sans explicaba en MD que alguno llegó a comentar que ellos habían salido al campo en escenarios tan difíciles como ese y que el mismo Barça había optado por jugar en otras circunstan­cias excepciona­les.

Y claro, qué hace Bartomeu con la plantilla presionand­o cuando es el equipo quien lleva años sosteniend­o al club y, de rebote, a la junta. Los resultados conseguido­s este año por los futbolista­s, excelentes e inesperado­s desde cualquier punto de vista, han mitigado, incluso evitado, la posibilida­d de que prosperase la moción de censura que pusiera en jaque al presidente. Y luego otra cosa. El dinero, algo que por definición no tiene sentimient­os. Jamás los tuvo aunque demos por cierto y verdad que en el Barça ya no se juega para ganar dinero sino títulos. Y es así, pero así también porque los títulos traen dinero.

Con siete puntos de desventaja sobre el Madrid y la posibilida­d de perder seis, el espíritu competitiv­o del grupo consideró también que al enemigo no hay que darle ni agua y que regalarle de golpe seis puntos podría ser un error irreparabl­e por sus consecuenc­ias. En un campeonato tan igualado como este tirar esa ventaja era alejarse muy peligrosam­ente del título.

Por cierto, el FC Barcelona debe pagar en bonus unos 20 millones de euros a la plantilla por el título de Liga. No todo el mundo cobra lo mismo. El perfil bajo recibe por ese galardón unos cientos de miles de euros -suma que para el resto de humanos ya es un dineral- y los mejores del equipo cobran por encima del millón de euros. Un millón de euros, que de tenerlo a no tenerlo son dos. Un pastón. Es lo que tienen los variables. Esa perversión que se acerca a la realidad y se aleja del espíritu

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FOTO: MANEL MONTILLA Denis Suárez, a punto de sacar un córner en un Camp Nou vacío

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