Mundo Deportivo (At. Madrid)

LÍDER MUNDIAL

- Marcelo Sottile Quito

El Messi más sublime y decisivo tiró de Argentina para llevarla a la Copa del Mundo

Su súper ‘hat trick’ a Ecuador salvó el partido más difícil de los argentinos en los últimos 40 años

Habría sido una catástrofe que el fútbol se hubiera quedado sin el mejor de los mejores

En el brillo de sus ojos se venían todos los Messi en uno. Era un Dios. Un hincha. Un extraterre­stre. Un chico común. Un hombre desahogado. Un pibe feliz. Un líder. Un compañero más en la foto. Fue emocionant­e verlo a centímetro­s al salir de la escalera del túnel que lo transporta­ba al vestuario. La felicidad se reflejaba también en abrazos que se sentían hasta el alma. Con el presidente de la AFA, con los campeones Burruchaga y Ruggeri, con Mascherano, con cada uno de sus compañeros.

A los 40 segundos, cuando Ecuador se puso en ventaja, Messi pensó lo peor. Que no había Mundial, que se venía la mancha histórica, que algunos desmemoria­dos le rompían el póster. Pero al final, ya sin el traje de Superman que se había puesto durante los 90 minutos siguientes, con un ‘hat trick’ histórico, sólo se permitió festejar lo mejor. “Hubiera sido una locura que Argentina no fuera al Mundial”. se dijo. Tal vez por eso lo festejó a lo loco.

Messi fue el mejor de los mejores en Barcelona. Aquí, sin los Xavi e Iniesta, se ajustó la cinta de capitán y voló. En el Olímpico de Atahualpa metió los goles que hace a cada rato en el Camp Nou. El primer toque lo ven mil veces los aficionado­s culés. El tercero también es un calco grito de casi todos los fines de semana.

Así, hasta el argentino más insoportab­le no le pidió que fuera Maradona. Debía ser Messi. Y Leo lo fue. Se hizo cargo del partido más difícil de los últimos 40 años. De ahí el desahogo de un país que no se permitía ver el Mundial por TV. Por eso, el grito en cueros de Leo en el vestuario.

Messi consiguió paz para él y para el fútbol argentino. Hubiera sido un desastre el día después de la eliminació­n. Seguro que se habría ido Leo y Mascherano; habría entrado en pánico el orgullo de Sampaoli y la estabilida­d de la nueva directiva. Todo eso salvó Leo. A nadie le habría importado que él hubiera jugado todos los partidos, que se llegó al récord de tres entrenador­es en una eliminator­ia, que se dilapidó la AFA y que hasta se llegó a entrenar con mujeres de una Universida­d en la Copa América de EE.UU. Messi fue tan grande que les salvó la ropa a todos. Ahora Argentina debe reconstrui­rse con la tranquilid­ad del triunfo. Lo contrario, y sin caer en la exageració­n, hubiera sido una catástrofe futbolísti­ca. Leo sacó del barro a todo un proceso que habría sido la cara del fracaso más grande del fútbol argentino. Por todo eso, el brillo en los ojos de Messi. Por todo eso, “gracias Messi”

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