Cerrando el voto de censura
El fallido voto de censura promovido por Agustí Benedito no quedó cerrado. Temas de mayor actualidad taparon las conclusiones. Ahora reparamos el olvido. Hace un mes hablábamos de su banalización porque no había motivos objetivos para emprender tan traumático trance. Los hechos nos dieron la razón.
Una vez más se demostró que no por hacer mucho ruido se obtiene el visto bueno de la masa social. Tampoco basta con apoyarse en determinados medios que sirven a intereses de terceros. Los socios son muy inteligentes y lo demuestran cada vez que alguien intenta tomarles el pelo. Las razones de Benedito se basaban en cuestiones personales y apreciaciones subjetivas, porque no aportó argumentos por escrito y tampoco pruebas que demostraran que el Barça atraviesa una situación de emergencia. Solo hubo demagogia. Y por arrobas.
La traca final del fiasco fue la urgente y más que sospechosa destrucción de las papeletas. Nadie pudo verificar ni su autenticidad ni su número. Toda una burla a los socios que le dieron su voto y una afrenta a los demás. ¿Dónde están la transparencia y honradez exigibles a toda iniciativa de este tipo? Ante tal actitud, cabe imaginar que consiguió muchas menos de las 12.504 que anunció. Pero, aún si fuera cierta esa cifra, tampoco se quedó, como dice, a 4.246 de su objetivo, porque, por razones elementales de seguridad, necesitaba un margen de entre el 7% y el 10% más. Se calcula que le faltaron unas 5.200.
Ergo tan magra adhesión supone que Bartomeu salió reforzado. De los 110.468 socios con derecho a voto, solamente un 11.32% (12.504), están en su contra claramente. Pero un 88,68% o no lo están o le son indiferentes. Teniendo en cuenta que en las últimas elecciones (2015) a
Bartomeu no le votó el 43,89% de los votantes, el 11,32% de ahora le supone un rotundo éxito. Para cerrar este voto fallido queda por saber si Benedito ha pagado al Club las carpas y material diverso usado. No sea que dentro de un año haya otra sorpresa