Descalabro del Sevilla en Moscú
Sufrió una contundente derrota ante el Spartak, que marcó cuatro goles en la segunda parte, y se complicó su billete para octavos
Ben Yedder tuvo el 1-2, falló y los nevionenses, muy mal en defensa, lo acabaron pagando Eduardo Berizzo
“
Es una dura derrota, exagerada tal vez, pero hay que aceptarla. En cada error hubo un gol”
Hay que analizar cosas y darnos cuenta que tenemos que hacer más de todas partes; el primero yo y después los jugadores”
El Sevilla confirmó todas las dudas que había despertado a poco que en la Liga ha tenido compromisos exigentes y se complicó tremendamente la clasificación para octavos al salir goleado de su visita al Spartak, un rival al que no remató cuando tuvo ocasión de hacerlo y ante el que hizo aguas en defensa, una línea castigada por las lesiones y que pone la lupa en la planificación tras un 5-1 sonrojante que abre muchas preguntas.
Con la intención de espantar los fantasmas que la derrota en San Mamés había vuelto a hacer aparecer sobre el modelo de Berizzo, los nervionenses se conjuraron con la ventaja que siempre da saberse especial para transformarse en Europa. Este equipo lo había hecho otras veces y en una cita que se presupone fundamental en un grupo en el que también está el Liverpool, el entrenador afinó en su alineación consciente también de las críticas que le han generado su política de rotaciones.
Sin N’Zonzi, pero con lo mejor apostando por la vuelta de Banega, de Mercado, de Sarabia y de Escudero, el Sevilla salió decidido a adueñarse del balón en el frío de Moscú. Dejó en el banquillo Berizzo a Jesús Navas, pero presentó ante el Spartak un equipo de garantías con el que empezó dominando a su rival. Pero recibió un golpe inesperado al cuarto de hora justo en una situación de juego ofensiva. Un córner a favor confirmó todos los temores que hablaban de la peligrosidad de los rusos a la contra. Fallaron las vigilancias y un error de Lenglet acabó con un centro de Samedov que remató a gol Promes.
El Sevilla no se arredró. Rebelado contra la imagen de equipo cándido e incapaz de reaccionar que había aparecido en sus visitas al Wanda y a San Mamés (sus derrotas en la Liga), trató de seguir a lo suyo. Tener el balón y esperar al momento para dar velocidad al juego. Tras avisar Ben Yedder, el empate llegó (esta vez sí) en un córner a favor. Banega lo ejecutó desde la derecha y Kjaer, remachando su propio remate bloqueado en el salto, volvía a poner las tablas en el marcador.
Y aún pudo acabar mejor para los andaluces la primera mitad si no es por una mano salvadora de Shelikov, el hombre de la noche, que desvió un derechazo de Krohn-Dehli que buscaba la escuadra. El Sevilla parecía que se había quitado los complejos en la noche moscovita y estaba dispuesto a transformar su mayor posesión en juego real, en peligro cierto sobre la portería de un entonado Shelikov. Pero perdonó y eso lo mató.
Ben Yedder al inicio del segundo tiempo tuvo al meta ruso batido y no fue capaz de superar a dos defensas bajo la portería. Era una ocasión de las que cuesta caro no convertir, y al Sevilla le costó carísimo. Otro fallo en el sistema defensivo acabó en el castigo de Melgarejo, que dejó en entredicho a Lenglet y batió a Sergio Rico. 2-1, un golpe duro, aunque lo peor estaba por llegar. Cada acercamiento ruso era un nuevo chicharro a Sergio Rico. Hasta cinco.
La noche acabó con un resultado sonrojante que activa una bomba en el club en la planificación más costosa de la historia, primera de la era post Monchi