DEMOLEDOR
El Tour 2018 presenta un recorrido con elementos clásicos y trampas variadas del 7 al 29 de julio Habrá pavés, una subida inédita sin asfalto, el Alpe d’Huez y una ‘reina’ de sólo 65 km. en los Pirineos
Tres etapas en los Alpes, con el regreso a las 21 curvas del Alpe d’Huez, otro trío de jornadas impoortantes en los Pirineos, atravesando clásicos como Aspin, Tourmalet y Aubisque, reunidos en un mismo día y menos contrarreloj, 35 km. en la crono por equipos y 31 en la individual. Un corte tradicional de recorrido del Tour, aunque dinamitado por otros elementos que convierten la edición de 2018, del 7 al 29 de julio, desde la Isla de Noirmontier a los Campos Elíseos de París, en un campo continuo de minas, de trampas y retos tan ilusionantes como variados.
“Los primeros nueve días asustan”, señaló enseguida el hombre referencia, el británico Chris Froome, que buscará un quinto triunfo que le equipare a Miguel Indurain, Eddy Merckx y Jacques Anquetil. Con Nairo Quintana insistiendo y Tom Domoulin amenazando. Contará de nuevo con la maquinaria Sky, aunque con la novedad en el pelotón internacional que el número de integrantes de los equipos se reduce de nueve a ocho corredores.
No debe haber respiro desde el primer al último día. Se prevé un estreno ‘nervioso’, casi una concatenación de clásicas de un día, con el viento como amenaza y el Muro de Bretaña esperando en la sexta etapa. En la novena, camino del norte con llegada en Roubaix, territorio de pavés, incluyendo 15 tramos de adoquines que cubren 21,7 km. La cita, el domingo día 15 de julio, que coincide con la final de la Copa del Mundo de fútbol, evento que provoca que el Tour se retrase una semana respecto a las fechas habituales.
“A mí me encanta el pavés, disfruto, pero es una amenaza perpetua por las averías técnicas”, avisa Froome. Un riesgo para los aspirantes al podio, pueden quedar enterradas enseguida muchas ilusiones.
Después de la jornada de descanso en Annecy, paso a los Alpes. 10ª etapa, con cuatro puertos y la novedad del Plateau des Glières, un homenaje a los maquis de la Segunda Guerra Mundial. Son 6 km. al 11,2%, muy lejos de meta pero con un par de ellos sin asfaltar, por una pista de tierra y piedras. Un canto a otras épocas. Consecutivamente, dos de las tres etapas con llegada en alto. La 12ª en La Rosière y la 13ª, tres años después, en Alpe d’Huez, tras haber pasado por la Madeleine y la Croix-de-Fer.
La tercera meta en la cima arribará en la tercera y última semana de competición. El miércoles 25 de julio, una 17ª etapa con trazo grueso en el calendario. El Tour ensaya el experimento pirenaico más atrevido, señala como su etapa ‘reina’ un trayecto de sólo 65 kilómetros entre Bagnères-de-Luchon y una cota que se estrena en la Grande Boucle, Saint-Lary-Soulan col de Portet. Puede ser una locura si los ciclistas se desatan. Un recorrido de montaña al sprint subiendo y bajando. Salida y para arriba hacia el Peyragudes (14,9 km. al 6,7% a 1.645 metros de altitud). Sin descanso posible, a afrontar el col de Val Louron-Azet (7,4 km. al 8,3% a 1.580 m). Y traca en el estreno del Portet, 16 km. con una media de 8.7% de pendiente a 2.215 m. sobre el nivel del mar.
La antepenúltima etapa, 19ª, de un tirón Aspin, Tourmalet, Bordères y Aubisque, cuyo descenso llevará a la línea de meta. Será el aperitivo de la única crono individual, el sábado día 28 de Saint-Pée-sur-Nivelle a Espelette, de 31 km, con una cota de 2ª categoría como extra por el País Vasco francés