Jugones y la violencia gratuita
El alto contenido de agresividad en los programas deportivos es preocupante
Ayer en Jugones abrían con el atentado por atropello en Nueva York. ¿Qué tiene que ver con el deporte? Que en pocos días se celebra el maratón de la ciudad y esto incrementa el riesgo. Y, de paso, alimenta la emoción de los programas deportivos que encuentran la excusa perfecta para aumentar la dosis de sensacionalismo y terror que convierte sus programas en videoclips del horror. En letras enormes a toda pantalla y con música de acción anunciaban que “TRAS ESTO” (mostrando imágenes del atentado en Manhattan), “EL MARATÓN DE NUEVA YORK SE BLINDA”. Entonces empezaba un vídeo donde la voz en off advertía que eran “terribles imágenes” y añadían fragmentos de gente gritando “¡Oh, Dios mío!”. Sobre escenas de heridos, coches accidentados y bicicletas destrozadas el uso del lenguaje era alarmante: “la ciudad se blindará”, “medidas de seguridad”, “otro atentado terrorista”, “ocho fallecidos y numerosos heridos”, “cuerpos de seguridad”, “las imágenes del terror”, “Nueva York vuelve a vivir el horror del terror”. Pero, insatisfechos con el alarmismo y el amarillismo derrochado, añadieron otro vídeo sobre los atentados de hace cuatro años y medio en el maratón de Boston. ¿Por qué? Para dilatar el pánico, el sufrimiento y la espectacularidad televisiva de más atentados. Y venga a emitir explosiones. Y más lenguaje catastrófico: “escenas de pánico”, “explosiones”, gente gritando “¡vámonos de aquí!”, “bombas caseras” e imágenes de niños en sillas de rueda y gente herida. La truculencia no se acabó aquí. Lo enlazaron con las amenazas de ISIS al Mundial de Rusia, recreándose una vez más con los carteles de propaganda yihadista. Denunciaban con acierto la falta de protección de los jugadores en los estadios en la Champions en contraste con las amenazas terroristas. Y se recrearon, una vez más, en detallar las ambiciones de la Yihad y difundir imágenes bélicas. Atresmedia se jacta de incrementar su audiencia. Y lo intentan a base de intoxicar el mensaje con sensacionalismo, violencia gratuita y crispación política.
Tres conceptos que nada tienen que ver con los valores del deporte ni los del periodismo