Pardon por ganar
ES FÁCIL OPINAR DE CUALQUIER cosa sin asumir riesgos, no como el Barça de Valverde que asume todos los riesgos de su trayectoria y sus logros en plena transformación. Vuelve el dichoso mantra de que el Barça juega mal y aburre. No hay espectáculo, no hay diversión y 31 puntos sobre 33 son insuficientes para un club al que no se le permiten transiciones. La tabarra recurrente de cada temporada es que al entrecot le hace falta la guarnición. Los insatisfechos han vuelto a lanzar su negativismo ante una afición que no se siente interpelada y que sabe graduar las dificultades. Que el equipo acabe defendiéndose ante el Sevilla con un trivote (Masche, Paulinho y Busi ) no entra en el ADN de un supremacismo gratuito desde el que se considera que el Barça no es terrenal y por lo tanto debe estar siempre por encima de sus rivales.
EL BARÇA SIEMPRE DEBE SER favorito a todo. Tiene a Messi implicadísimo y una plantilla (incompleta) a la que se le debe exigir el máximo. Pero puede acabar desesperado en Getafe o pedir la hora en San Mamés. A cambio, mereció ganar en el Metropolitano, venció bien a la Juve y jugó una gran media parte ante un excelente Sevilla. Pero a Valverde le silban los oídos y no tiene que pedir perdón. Huelga hablar de lo sucedido. De la fuga de un mago como Neymar que llenaba de asombro la banda, de los cracks que no llegaron, del estado de Suárez, la lesión de Dembélé y la lenta entrada de Paulinho, Deulo y Semedo.
EL BARÇA ASPIRA POR DEFINICIÓN a mantener o superar los hitos conseguidos. Los tiempos de ‘flors i violes’ ya no volverán e importa disfrutar de Leo o Iniesta. Se ignora cuánto tiempo tardará el equipo en evolucionar pero sus socios dan como muy meritorio que no encaje, lidere la Liga igualando el mejor inicio con 8 puntos sobre el Madrid y esté casi en octavos en Europa. Los 31 puntos son los sólidos cimientos sobre los que se edifica el nuevo Barça. Qué calamidades se dirían si no viajara primero