Mundo Deportivo (At. Madrid)

Craviotto quiere cocinar para Carles Puyol

El olímpico español en activo con más medallas (4) mostró en MasterChef Celebrity su carácter ganador

- Cristina CUBERO @criscubero

Cuando Saúl Craviotto aceptó ser uno de los concursant­es del MasterChef Celebrity - “¡dios, si no he cocinado en mi vida!”- tomo aire, miró a Celia, su esposa y decidió que prepararía el concurso como unos JJOO: nada de improvisac­ión, tenía que ser el mejor, quería su ‘quinta’ medalla. Se ha pasado el piragüista de Lleida más de media vida sobre una piragua. Su padre ya era un campeón y entrenaban juntos en el río Segre hasta que la alta competició­n llevó a Craviotto a separarse de su familia y afincarse en Asturias, donde la Federación tiene su Centro de Alto Rendimient­o (a decir verdad, entrenan en el embalse de Trasona con unas condicione­s infrahuman­as, cediendo la instalació­n si hay actividade­s escolares o trabajando en un gimnasio con máquinas oxidadas, sin psicólogo... pero bueno, eso es otro artículo).

Saúl se presentó en Casa Gerardo para que el reputado chef del restaurant­e asturiano le enseñase en un mes lo necesario para ser competitiv­o. Fue un Master, un intensivo en el que el piragüista, el olímpico español en activo con más medallas en JJOO (4), empezó a dar muestras de que la disciplina deportiva le ayudaría a alcanzar su objetivo. En la cocina era igual de metódico, detallista y explosivo que con la piragua, pero sobretodo empezó a trabajar el control de las emociones y la presión, básicas en este tipo de programas.

Cuando llegó al concurso se encontró un ramillete de famosos acostumbra­dos a moverse delante de las cámaras. Ahí saldría perdiendo. Saúl es un amor en las distancias cortas, ese tipo que te gana para siempre cuando regresa de Río de Janeiro y te llama para cenar y en la bolsa lleva el maillot con el que compitió por el oro olímpico. Y se lo da a tu hijo. Firmado. Dedicado para él. ¿Y qué haces con Saúl?: ¡te lo comes a besos!. Pero en el concurso se enfrentaba a monstruos de la improvisac­ión como Corbacho o Bibiana Fernández, con tipos guapos y estilosos como Juan Betancourt o cantantes como Carlos Baute. Él dormía entre rodaje y rodaje en un hotel de Madrid, lejos de su familia, de su hija Valentina y su mujer, embarazada. Así que tenía que ir superando pruebas para hacerse con el corazón del público y convencer al jurado que era el mejor.

Ganó el concurso como ha conquistad­o sus cuatro medallas olímpicas, trabajando día a día, sin descanso. Ahora sólo le queda cumplir su sueño de cocinarle a Carles Puyol, bueno, él estaría encantado de tomarse un café con el eterno capitán del Barça, su ídolo, el único por el que se hubiera cambiado (...quizás por Messi también). A Puyol le cocinaría hasta caracoles con la receta de su madre. Al final, hasta los triunfador­es como Craviotto tienen sueños y Puyol sigue siendo ese futbolista que representa mejor que nadie los valores de un club tan grande como es el Barça

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FOTO:IRIMI MEDIA Craviotto con sus cuatro medallas olímpicas y la camiseta del Barça nada más llegar de Rio
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