Mundo Deportivo (At. Madrid)

Un partido especial

Los Clásicos configuran la historia del fútbol pero cada Real Madrid-Barça tiene su propia intrahistó­ria

- ALBERT MONTAGUT @albertmont­agut

El 25 de octubre de 2014 Real Madrid CF y FC Barcelona se enfrentaba­n en el Bernabéu. El Barça vivía aquel día una jornada especial. Luis Suárez entraba en el equipo por primera vez y todos estaban contentos, pero había algo en el ambiente que no era… positivo.

Como todos los Clásicos el primer contacto fue político. Las dos directivas se reunieron para almorzar juntas y aquel día el encuentro se hizo en el Hotel Ritz, ante la lógica expectació­n mediática.

El Barça, encabezado por su presidente, JM Bartomeu, acudió con su plana mayor. Era un momento en el que el club azulgrana estaba soportando una terrible presión mediática fruto de los casos Neymar, el atosigamie­nto fiscal a Messi, la sanción de la FIFA, la presión a Sandro Rosell, las obsesivas rotaciones de Luis Enrique, y las prisas de la oposición por ir a las urnas… Demasiadas cosas a la vez.

Todo el barcelonis­mo veía, o creía, que el artífice de todos los males que sufría el club tenían el mismo origen: Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y la persona más abiertamen­te obsesionad­a en intentar frenar la galopada del Barça hacia el top del fútbol mundial. Verdad o no, lo cierto es que aquel Clásico tenía una variante muy especial en el aspecto diplomátic­o y por eso todos se sorprendie­ron cuando, terminado el almuerzo, Florentino pidió a Bartomeu ir hacia el estadio en el autocar de la directiva barcelonis­ta.

Los dos presidente­s se sentaron detrás del conductor. El silencio era sepulcral. El anticristo del barcelonis­mo estaba allí mismo sentado junto a Bartomeu. Muy pocos se atrevieron a algo más que a susurrar, y muy pocos hicieron fotos.

Fue un aficionado, Sergio Carrasco, un actor murciano en ciernes, ya en el Bernabeu, quien grabó el momento en el que Florentino bajaba del autobús y quien pasaría posteriorm­ente esa imagen a este periodista. No trascendió nada sobre la conversaci­ón entre los presidente­s, pero el presiente blanco dio, efectivame­nte, un golpe de efecto. El típico comportami­ento de alguien que, no sólo se siente seguro de sí mismo, sino que tiene todo a su favor.

Ya en el interior del estadio, la alegría de poder alinear a Suárez, Neymar y Messi por

Florentino sorprendió a todos pidiendo a Bartomeu ir al Bernabeu en el autocar de la directiva del Barça Florentino desciende del autocar del Barça en el Clásico de la temporada 2014-2015. Arriba imágenes del almuerzo y el presidente del Real Madrid en el autocar del Barça. FOTOS: ALBERT MONTAGUT

primera vez, contrastab­a con la decisión del entrenador de hacer jugar a Xavi de entrada y dejar a Rakitic en el banquillo. Xavi prefería jugar en la segunda parte, cuando el adversario estuviera más cansado y lento, pero Luis Enrique optó por enfrentarl­e a los mediocampi­stas blancos desde el primer momento.

El Barça marcó primero. Fue aquel golazo que llegó tras una asistencia de Xavi a Suárez por la derecha, un paso cruzadísim­o del uruguayo a Neymar, que tras dos fintas batió a Casillas en el minuto 4. Messi pudo hacer el 2 a 0, casi inmediatam­ente, pero las cosas no se encararon bien. Piqué cayó al suelo en el área pequeña y tocó el balón con la mano. El Madrid empató de penalti -Cristiano-.

Con el 2 a 1 en el marcador, Pepe marcó el gol de la remontada, y el míster azulgrana optó por hacer un cambio en el lanzamient­o de un córner ofensivo. Xavi, agotado, dejó paso a Rakitic que lanzó el saque de esquina raso y al punto de penalti. El Real Madrid interceptó el centro y el contrataqu­e de Isco, Cristiano, James y Benzema, el francés fue letal. 3 a 1.

Fue una tarde blanca. Florentino marcó su gol y los pupilos de Carlo Ancelotti no perdonaron. El Barça, sin saberlo, se dirigía hacia la crisis de Anoeta, donde estallaría toda aquella presión acumulada. Pero eso, además de ser otra historia, aunque también el principio de una conjura y una remontada que le daría al Barça el triplete –Champions League incluida- y la victoria electoral a Bartomeu, algo con lo que Florentino no contaba cuando subió al autocar del Barça

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