Palanca de crecimiento
Ernesto Valverde tiene un problema. El bendito problema que querrían tener todos los entrenadores del mundo. La recuperación de
Ousmane Dembélé obliga al Txingurri a encajar una pieza nueva, de altísima calidad, en un engranaje que funciona y que acabó el año mostrando su mejor versión. Se trata de enriquecer y sumar, algo no tan sencillo en un deporte poco matemático como el fútbol. Lo que vimos ayer Vigo no puede servir de referencia porque, al margen de que no estaban todos, Dembélé debe hacer su pretemporada particular. Habrá que esperar.
Valverde tiene, pues, margen de tiempo y colchón de puntos para afrontar el reto, compartido con el futbolista, de convertir al francés en la palanca de crecimiento definitiva de un Barça que se ha ido construyendo, con todo en contra y con mucho mérito, a base de solidez defensiva y eficacia ofensiva. El ‘Mosquito’ permitirá a Valverde volver sin excusas al 4-3-3, dotará al equipo de más desequilibrio en la zona creativa y reparcelará los espacios para que Luis Suárez vuelva a su hábitat. Bien encajado, introducido de forma inteligente, Dembélé aportará. Seguro. La calidad no engaña. La clave es que no acabe siendo lo comido por lo servido, que no sacrifique el equilibrio conseguido, santo y seña del Barça post-Neymar.
De cómo gestione Valverde el esperado retorno del, de momento, fichaje más caro de la historia del club, dependerá buena parte del éxito del Barça esta temporada, lo que es lo mismo que decir buena parte del éxito en la Champions League. Injusto o no, es la auténtica competición termómetro del fútbol europeo.
Y si viene Philippe Coutinho en el mercado de invierno, reseteamos y volvemos hablar de encajes y benditos problemas