Mundo Deportivo (At. Madrid)

Un perfeccion­ista al volante

La minuciosa preparació­n de Sainz para el Dakar fue un ejemplo de su obsesión por el trabajo y la disciplina

- Fabio Marchi

Después de ser el primer español en ganar el cetro en coches en 2010, Carlos Sainz (Madrid, 1962) persiguió de forma insistente el repetir dicho triunfo en los últimos años y a sus 55 primaveras consiguió su objetivo, algo que podría marcar el adiós definitivo de la competició­n del mejor piloto de rallies de la historia de España.

Ayer, el madrileño se convirtió en el ganador más veterano de la mítica carrera en coches superando a Peterhanse­l, que ganó con 50 el pasado curso, y para conseguirl­o tuvo que cuidar su físico más que nunca en los últimos años. Pese a su edad, está hecho un toro. Nunca ha escondido que debido a su edad debía entrenarse más fuerte que el resto y el entrenamie­nto fue como una especie de obsesión para él. En las semanas previas a la carrera se le vio haciendo bicicleta con una mascarilla de hipoxia y llegó a dormir durante un mes en una cámara de hipoxia para simular de forma gradual la falta de oxígeno que se iba a encontrar en el altiplano boliviano.

En su entrenamie­nto se puede ver una de las caracterís­ticas principale­s de Carlos, su voluntad de trabajar siempre al máximo, puliendo cada detalle, siendo muy minucioso, incluso obsesivo. Y es que ya lo contaba Luis Moya a este diario hace unos meses, que no se relaja ni cuando participan en exhibicion­es. “Nos gusta mucho estar juntos y hacer algún rally. Eso sí, siempre con mucha seriedad, como siempre se trabaja con Carlos, con mucha intensidad y con ganas de hacerlo bien siempre”. Intensidad, esa es una de las palabras que mejor podría definir al madrileño junto a la de perfeccion­ista.

Su hijo lo vivió en su propia piel en sus inicios en el karting, cuando al acabar cada carrera no se encontraba con una simple felicitaci­ón de su padre, sino con correccion­es más típicas de un profesor inconformi­sta. Si Carlos no decía nada, es que Carlitos lo había hecho bien. Y este carácter es fundamenta­l para entender el motivo por el que a los 55 años acaba de celebrar una victoria en el rally más duro que se ha disputado en Sudamérica hasta el momento, algo impensable para la mayoría de mortales a dicha edad.

Ganó a su mala suerte

Ese carácter fue el que le llevó a triunfar en el mundo de los rallies y a levantar dos títulos (1990 y 1992). Con su entrega y calidad al volante, supuso una auténtica revolución en España. Se convirtió en una estrella y hizo de los rallies casi como si se tratara de un deporte de masas. La carrera de Carlos Sainz está llena de éxitos y de mala

Consciente de su edad se preparó duramente para enfrentars­e a la exigencia del Dakar

Tenacidad, intensidad y seriedad, tres de las claves para alcanzar la gloria de nuevo

fortuna, una combinació­n compleja de victorias y derrotas inexplicab­les que siempre estarán guardadas en la retina de los aficionado­s a los rallies. Y no solo eso, también es muy conocido por la mala suerte que siempre le ha perseguido. Si no fuera por ella, en sus vitrinas habría algún título más sin duda, aunque no es necesario para que sea considerad­o como toda una leyenda del automovili­smo mundial, que esta vez sí se enfrentó y ganó a sus fantasmas del pasado con puño de hierro

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FOTO: AP Carlos Sainz celebra junto a su copiloto Lucas Cruz su victoria en el Dakar 2018 dentro de su Peugeot a su llegada a la meta de Córdoba
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FOTO: TWITTER C. SAINZ El madrileño entrenó con una mascarilla de hipoxia

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