El gesto de Piqué
ES FEO. LOS JUGADORES NO DEBEN dirigirse a las aficiones. Es evitable. Gerard Piqué se lo pudo ahorrar pero no lo hizo porque entra a todos los trapos. Este, además, es sucio. El gesto del central es evitable, pero el problema grave son los insultos a su familia, a su mujer y a su hijo, que se repiten en un campo de fútbol. Los piques deportivos son admisibles. Hay puntos calientes que se entienden en la rivalidad y en la propia pasión, pero el mundo del deporte acostumbra a reconducir lo que sale de tono cuando la sangre se enfría. Que un sector de la grada cite al hijo o señale de forma insultante a la mujer del jugador es absolutamente intolerable. No debe ser más importante la reacción que la acción.
LA RESPUESTA DE PIQUÉ, de los clubs y de los organismos que rigen el fútbol debería dirigirse a pedir firmeza en la lucha contra esos insultos. Seguro que hay seguidores españolistas que se avergüenzan de esa actitud de una parte de la grada. Las respuestas no deben ser infantiles, deben ser contundentes. No hay que salir de escena ni desdramatizar. Hay que luchar contra esos insultos y si se ha de cerrar una parte de la grada o expulsar a los que los lanzan debe hacerse. Es posible que se hayan de abrir expedientes, pero lo que es intolerable es que se reproduzcan de forma sistemática los insultos y no pase nada.
EN EL MUNDO DEL DEPORTE hay muchos más ejemplos de respeto a los valores que de falta de sensibilidad. Hace tiempo que la Liga empezó a luchar contra los insultos en los campos de juego. Esa es una tarea que no debe abandonarse ni desviarse por el pique partidista. Se han reducido los cánticos racistas imitando a un mono que antes proliferaban. Hay que seguir luchando para que no haya insultos. Antes que poner el foco en las respuestas de Piqué hay que centrarlo en la causa original. Esta tormenta debe servir para erradicar los intolerables insultos, no solo para seguir demonizando a Gerard