La barba, ni tocarla
La promesa de Regino: se tatúa la cara de su técnico de tablas
Regino Hernández, 26 años, era uno de los líderes españoles en PyeongChang 2018. No el líder, pero sí el lugarteniente de Lucas Eguibar en el equipo de snowboard cross. De ser el tapado pasó a ser el hombre que se vino arriba en el día de la verdad.
Aunque ha llevado cresta y también el pelo rapado al cero, hoy se le distingue a la primera por una frondosa barba que remata su afición a las motos ‘vintage’. Tiene una Harley Davidson y le gusta el rollo motero. “¿Te la afeitarás si subes al podio?”, le preguntaron antes de los Juegos. Nada de eso. “La barba, ni tocarla. Antes me corto los coj... que quitarme la barba”. Pero hay promesa por el bronce, y también es tremenda: un tatuaje.
No será un tatuaje cualquiera. Regino avisó de que se tatuaría -aún no sabe dónde- la cara del hombre que prepara sus tablas de competición, Gianluca Trionte. Este, a su vez, prometió tatuarse la cara de Regino.
Ceutí de nacimiento, Regino pronto se desplazó a la ciudad malagueña de Mijas por las condiciones laborales de sus padres, muy ligados desde siempre al balonmano, el deporte en el que se estrenó el hoy medallista olímpico. Pero su padre también regentaba una tienda de deportes extremos en Fuengirola y Regino pronto descubrió que Sierra Nevada, no muy lejos de su casa, le abría las puertas del snowboard.
Su irrupción fue meteórica, con un título mundial júnior en cross en un 2011 en el que ya apuntaba alto. Tras prodigarse en otras disciplinas del snowboard, ese fue el impulso definitivo para decantarse por el cross, en el que ha hecho de su velocidad en las salidas una de sus señas de identidad, que ayer, en PyeongChang, mantuvo en la mejor carrera de su vida.
Ya asentado entre los mejores del planeta, con un oro por equipos y un bronce en Copa del Mundo como muestra, había vivido un momento culminante para él antes de estos Juegos,la plata mundial por equipos en Sierra Nevada el pasado año junto a Lucas Eguibar.
Y junto a Lucas y su también compañero Laro Herrero tuvo que superar la pérdida de su entrenador Israel Planas, quien falleció durante ese mismo Mundial. Pudo al fin hacerle justicia ayer, señalando al cielo en homenaje al desaparecido ‘Isra’.
Regino Hernández, con un bronce olímpico por el que las autoridades españolas pagan 30.000 euros, y Lucas Egibar, con sus dos platas mundiales, son la punta de lanza de un deporte más que minoritario en España, solo cien liciencias sumando todas las especialidades del snowboard. De ese escasísimo volumen han salido resultados espectaculares en los cuatro últimos Juegos Olímpicos de Invierno, desde el quinto puesto de Jordi Font en Turín 2006
Nacido en Ceuta, se inició el balonmano y lo cambió por la tabla de snowboard
Regino, que cobrará 30.000 euros por el bronce, se acordó ayer de su técnico fallecido