Stamford Bridge no olvida el pasado de Suárez
La grada abucheó al exdelantero del Liverpool, mientras Conte era un ‘show’ constante en la banda
La nostalgia de grandes noches que encumbraron al Chelsea en Europa hizo despertar a Stamford Bridge. Un estadio que de costumbre es austero en el elogio, necesitado de estímulos para demostrar su presencia. Ante el Barça, sin embargo, encontró varios motivos para contribuir a engrandecer el escenario. Más de 40.000 almas llenaron las gradas del cuadro londinense, que no dudaron en abuchear a Luis Suárez en distintas ocasiones. Aún retienen en la memoria el pasado del uruguayo en Inglaterra con la camiseta del Liverpool, donde protagonizó
Iniesta, la pesadilla de la afición azul, se marchó ovacionado por la grada azulgrana
alguna que otra polémica como con Evra, en aquel momento defensor del Manchester United.
Los silbidos, en cambio, no fueron una constante en un encuentro en el que Suárez estuvo bien protegido por la defensa local, marcado de cerca por Christensen y vigilado por Azpilicueta y Rüdiger. Iniesta, que tenía más números de ser ‘castigado’ por el Bridge tras su milagro de 2009, pasó bastante desapercibido para los ‘blues’ y fue aplaudido y coreado por su afición al final cuando fue suplido. Más aún se dejaron escuchar los 2.000 aficionados del Barça que ocuparon la grada cercana al arco donde Andrés hizo historia hace nueve años. Iniesta volvió a silenciar ayer Stamford Bridge y se consagra como la gran pesadilla de la afición ‘blue’. Los ingleses volvieron a abdicar ante el manchego.
Pese a la preocupación que generó el estado del verde con algunos tramos pelados, lo cierto es que apenas condicionó el juego. A mediodía, además, un operario del Chelsea se encargó de escampar pedazos de hierba para que a nivel óptico quedara más disimulado. Pero más allá de la expectación que generó el partido,elinteréstambiénsecentró en el área técnica, donde Antonio Conte y Ernesto Valverde libraron otra batalla. La cara y la cruz. Dos caracteres opuestos. Dos maneras de entender y de vivir el fútbol.
A decir verdad, el técnico italiano fue el gran protagonista con sus gestos, sus movimientos y sus incesantes protestas desde el banquillo. El ex de la Juve no se sentó en ningún instante, como si nada le dejara satisfecho, dando órdenes a todos sus jugadores. No acabó ahí su recital particular. Hastiado, el cuarto árbitro tuvo que calmarle en alguna ocasión, sobre todo ante los aspavientos de Conte ante las decisiones que fueron en su contra. El tanto de Messi, no obstante, dejó helado al preparador de los locales, quien se llevó las manos a la cabeza cuando Iniesta recuperó el cuero. Tan temperamental como desilusionado ante el mazazo, aunque reaccionó en el tramo final con los cambios de Morata y de Drinkwater. Ni uno ni otro pudieron remediar el meritorio 1-1 del Barça. Aguarda la segunda parte