Mundo Deportivo (At. Madrid)

El Barça no fue a ganar el partido sino a intentar salir vivo

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El Barça de Guardiola nació en Stamford Bridge y abdicó, cuatro años después, ante el Chelsea en el Camp Nou. El Barça de Valverde copió ayer, en el mismo escenario, un partido de control estéril, poca profundida­d, nulas oportunida­des e idéntico resultado. Anoche, el Barça tuvo, como hace nueve años, mucho balón, mucha suerte y poco más. En esta ocasión, no fue Essien quien hizo un mal control sino Christense­n quien regaló el pase a Iniesta para que marcara un Messi que, tras las insólita racha de cinco partidos sin anotar, en su única ocasión logró un empate con gol que sabe a gloria. El marcador final es francament­e bueno en el campo del campeón de la Premier, pero el Barça no fue a ganar el partido sino a intentar salir vivo. Todos sabían que los rotos del año pasado ante PSG y Juventus no se podían repetir, los jugadores demostraro­n concentrac­ión y la solidez del equipo de Valverde sólo se tambaleó por los tres disparos de Willian. Pero…

Este Barça no chuta. Suma puntos, saca partidos adelante, no pierde ni jugando mal, pero le cuesta mucho llegar a la portería rival. El problema: Suárez está muy solo delante, Messi tiene que jugar de todocampis­ta y el Barça juega sin extremos. Así, con este 4-4-2 y sin nadie que desborde, el Barça tira la banda derecha a la espera que Alba se incorpore siempre por la izquierda. ¿Y Paulinho? Es el hombre elegido. Ante el Eibar y el Chelsea, Valverde se la jugó con el mismo once que, si llega, sacará en la final de Kiev. Pero Paulinho, que equilibra el equipo, también lo vuelve ramplón en la salida de balón. Es un jugador que, como suplente, es un buen revulsivo porque da empuje cuando las fuerzas flaquean y, en caso de necesidad, llega bien al área. Pero como titular, el juego de toque le viene grande y, a medida que avanza la temporada, ha perdido duende. Cuando más desequilib­rio necesita el juego del Barça, más prescindib­le es Paulinho y más necesario un extremo. Ni que sea Aleix Vidal. Con su entrada, el Chelsea ya tuvo que abrir más su defensa y, por Dembélé un equipo desde atrás y montase un escudo protector donde, dejar la portería a cero, se celebra siempre como una victoria. Por fin los debates de estilo que se le exigían al Tata o Luis Enrique se han evaporado. Ahora todos estamos contentos con ganar. Y que siga. La Liga está bien encarada, disputará la final de Copa y, cuando empiece el BarçaChels­ea, habrá bastante con volver dejar la portería a cero. Y todos contentos

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FOTO: PEP MORATA Ernesto Valverde en el banquillo de Stamford Bridge durante el transcurso del partido de ayer

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