Mundo Deportivo (At. Madrid)

Bale comenzó en el banquillo y Dani Ceballos, enfadado por entrar en el 92’

- Manuel Bruña Madrid

El Real Madrid ganó al Leganés pero no se vengó de la eliminació­n copera porque un triunfo en Liga no hace olvidar aquella derrota en el Bernabéu ante los ‘pepineros’ en la Copa del Rey, un fracaso en toda regla. El consuelo del Madrid es haber ganado en Butarque el partido aplazado por el Mundial de Clubs. Tres puntos que le aúpan a la tercera plaza de la Liga a siete puntos del Atlético y a 14 del Barça. Los números han mejorado, es cierto, pero nadie en el Madrid está por la labor de la remontada liguera y sí en el PSG.

El duelo de Champions del próximo 6 de marzo va a marcar todo lo que jueguen los de Zidane hasta ese día y el partido de Leganés fue un ejemplo. Cristiano se marchó a Portugal y Keylor se quedó en casa. Los dos descansaro­n, como lo hicieron otros ante el Betis y se repetirá la historia este próximo sábado ante el Alavés. Zidane quiere a los suyos frescos para París, especialme­nte a los pesos pesados. Entre los que parece que no está Bale, que en Butarque comenzó en el banquillo. El técnico volvió a apostar por Lucas Vázquez y Marco Asensio con Benzema en punta. Un once y partido raro que comenzó perdiendo el Madrid con un gol raro de Bustinza. Raro porque fue a la salida de un saque de esquina, Casilla hizo una gran parada y parecía que Theo iba a despejar sin problemas, pero Bustinza se jugó la cabeza tirándose con todo a cabecear el balón y obtuvo la recompensa del gol. Era el minuto seis y el Leganés ganaba por 1-0 con un tanto que quizás no debió subir al marcador por juego peligroso de Bustinza.

Sea como fuere, el gol subió al marcador y fue el despertado­r de un Madrid que comenzó a funcionar con Lucas Vázquez, Isco y Marco Asensio como protagonis­tas. Fue el primero el que logró el 1-1 en el minuto 11 que abrió paso a un dominio blanco total que reflejó Casemiro en el minuto 29 con el 1-2 en una gran jugada al primer toque entre Benzema, el propio Casemiro e Isco. Con el dominio en el campo y en el marcador, el Madrid se fue al descanso con la sensación de que la victoria estaba ya en el saco. Una sensación que tuvo en la segunda mitad y que a punto estuvo de costarle el empate o la derrota. El Madrid se relajó y el Leganés se fue a por la remontada porque no le quedaba más remedio por orgullo, pero también porque su situación liguera tampoco es como para tirar cohetes. Los de Garitano

iban apretando más y más a un Madrid que apenas aparecía por la portería de Cuéllar y que se dedicaba a intentar tener el balón el máximo de tiempo posible, pero ni eso estaba haciendo bien. Hubo dos jugadas clave que pudieron marcar el devenir del partido. La primera, una gran parada de Casilla a tiro de Beauvue en el minuto 65. Una ocasión clarísima para los locales y pudieron tener otra dos minutos después, pero el árbitro no vio punible un toque de Kovacic al tobillo de El Zhar sobre la línea del área grande del Real Madrid.

Dos acciones que acabaron en nada para desgracia de un Leganés que fue perdiendo fuelle en los minutos finales en los que entró Bale por Benzema para darle más verticalid­ad al Madrid. Tampoco es que el galés fuese la clave de que su equipo no sufriera tanto, pero sí que influyó porque agotó aún más a un cansado Leganés. Las esperanzas de los locales se acabaron en el minuto 90 con un penalti sobre Kovacic que materializ­ó Sergio Ramos para poner el 1-3 definitivo en un partido que acabó con Ceballos enfadado porque Zidane le hizo entrar en el minuto 92 para jugar apenas 28 segundos

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