Mundo Deportivo (At. Madrid)

EL francés logró un golazo, desde fuera del área y con la zurda. Está enrachado

- Javier G. Gómara Madrid

Gameiro selló el trámite. Lo hizo con un golazo, en el minuto 7 de partido, para cerrar más una eliminator­ia que ya venía sellada de Copenhague. El choque venía enrarecido por el affaire SimeoneTor­res, pero el Metropolit­ano no eligió entre mamá o papá: quiere a los dos. De fútbol, poco, más allá de la superiorid­ad colchonera y de la buena actuación de Vitolo.

El Atlético salió en tromba, como si tuviera que remontar dos goles ante el Copenhague que, como los rojiblanco­s, hizo varios cambios en el once con todo resuelto. Simeone dio la alternativ­a a hombres como Juanfran, Sergi, Vitolo, Gameiro... y Torres. Era el protagonis­ta de la tarde El Niño. Sin quererlo. Las declaracio­nes del Cholo en la previa asegurando que no haría todo lo posible para que continuase pusieron uno de los focos sobre ambos. El otro iba a estar en Carrasco, pero se quedó fuera de la lista al estar negociando con un club chino su salida.

Decíamos que salió el Atlético fuerte al césped del Metropolit­ano. Quería el gol. Y siete minutos tardó en encontrarl­o. Gameiro recibió de espaldas en la frontal, se giró, buscó hueco y soltó un zurdazo que fue un misil. Golazo del francés, que está en racha.

Ya mandaba el cuadro colchonero, en el juego y en el marcador. Volcaba todo el juego por la derecha, con un Correa hiperactiv­o que llegaba bien a línea de fondo pero fallaba, casi siempre, en el pase. Si hubiese puesto un par de ellas bien, el Atlético hubiese ido goleando al cuarto de hora. Vitolo, que partió por la izquierda, se movió por todo el frente de ataque llevando peligro. Se va encontrand­o.

Con Gabi y Koke sobrados en el doble pivote, Torres estaba con ganas de marcar ante la afición que le coreaba (también al Cholo). Lo intentó hasta en tres ocasiones en el primer acto, en todas en posición forzada. No tuvo muchas más ocasiones el cuadro rojiblanco, ante un Copenhague que sólo se asomó al balcón de Oblak una vez y con un disparo lejano. Cuando el balón llegaba a Fischer, la historia era diferente. Pero le llegaba poco y, cuando lo tenía, estaba solo.

Koke se quedó en el descanso en el vestuario. Entró Saúl. Media parte para cada uno. Solbakken reservó a Fischer y Kvist. Y el Copenhague al fin exigió a Oblak. Sotiriou le ganó el duelo a Godín, blando, pero su remate no generó problema alguno para el esloveno, que metió los puños para despejar. El guión era el mismo. Vitolo pidiéndola, Correa llevando peligro pero eligiendo mal...

Tan plácida era la tarde, que hasta Gaitán (sí, Gaitán) entró al terreno de juego. No jugaba desde noviembre. Y lleva prácticame­nte desde entonces sin entrar en una convocator­ia, pero entre que no

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