Rivero y el monigote
El narrador de Teledeporte estaba ofuscado con un pin en la solapa de Guardiola
La apertura de un expediente a Pep Guardiola por parte de la Federación Inglesa de Fútbol por exhibir un lazo amarillo que hace alusión a un mensaje político ha sido noticia. Que el técnico, a pesar de ello, haya persistido en llevarlo también lo era. Igual que el hecho que la afición del City, en apoyo a su técnico, se sumara a la iniciativa. Pero a pesar de esta polémica y su repercusión mediática, Juan Carlos Rivero, en la retransmisión de la final de la Copa de la Liga en Teledeporte, evitó mencionarlo. Sólo se fijaba en un monigote plateado que Pep llevaba en la solapa del abrigo. Nada más empezar, justo antes de la interpretación del himno, Rivero ya se sorprendió: “Lleva un muñeco en la solapa”. Al inicio de la segunda parte, el narrador insistió y dio a conocer el motivo. Volvió a poner énfasis en el monigote y explicó que se trataba de una campaña contra el cáncer de próstata. A pesar de que durante el partido Pep hubo algún instante puntual en los que el lazo amarillo se hizo evidente (como en la sustitución de Fernandinho), Rivero no lo mencionó. Al final del partido, con el City campeón de la Copa de la Liga, el lazo amarillo que implicaba sanción era más que llamativo al lado del muñequito que tanto gustaba a Rivero. Pero el periodista sólo tenía ojos para el monigote: “Vemos la alegría de Guardiola con, insisto, lo que lleva en la solapa, que es de una campaña contra el cáncer de próstata”. Rivero no mintió. Pero en periodismo no se trata sólo de contar la verdad. Omitir información obvia, relevante y que ha sido noticia, implica manipulación del relato. Si Guardiola luce dos símbolos en la solapa, uno de los cuales vulnera la normativa y comporta una penalización, y el narrador sólo menciona (repetidamente) el otro, se hace obvia la voluntad del periodista de ocultar información y, por lo tanto, su parcialidad.
Rivero, igual que la Federación Inglesa, ha conseguido con su “sutil” posicionamiento, el efecto contrario: lo que pretendía ocultar se ha convertido en viral en las redes sociales y más que ningunear el mensaje de Guardiola ha puesto en evidencia su falta de su rigor y su propia profesionalidad en entredicho