Mujer y periodista, desde hace 32 años
Solo en Riad, al convertirme en la primera mujer en entrar en un campo de fútbol, he sentido discriminación
n el estadio el Rey Fahd jugaba la seleçao de Ronaldo el Fenómeno - recién escogido Balón de Oro- Romario, Roberto Carlos… y la grada decidía periódicamente girarse hacia la tribuna de prensa para proferir gritos (insultos) porque mi presencia resultaba insultante. En 1997 me convertí en la primera mujer en entrar en un estadio de fútbol en Arabia Saudí. Llegué como enviada especial de Mundo Deportivo, nadie en el periódico dudó que yo debía ser quién cubriese este torneo, era la especialista en fútbol brasileño, la más capacitada para informar sobre esta selección.
La ‘abbaya’ y un velo negro mutaron mi imagen pero no el sentido de cada uno de mis actos. Cuando bajaba a desayunar, los empleados del hotel disponían un biombo a mi alrededor para que el resto de los clientes no se sintieran violentados. Al convertirme en un personaje mediático, un príncipe de Ryad envió a uno de sus emisarios para negociar mi compra. “¿Cuál es mi precio en el mercado?”, pregunté. “Poco: eres vieja (29 años), occidental, o sea menos que un perro, y además estás usada…”. Pese a todo estaban dispuestos a desembolsar 800.000 dólares en oro que cobraría el cabeza de familia, hombre, claro.
En Rusia viviré mi octavo Mundial de Fútbol como enviada especial de Mundo Deportivo desde que entrase a formar parte de la redacción del diario deportivo más antiguo de nuestro país – el segundo del mundo después de La Gazzetta dello Sport-. Cumpliremos 112 años informando de las gestas de nuestro deporte. Fuimos los primeros en dar portadas a las grandes campeonas, desde Arantxa Sánchez Vicario a Blanca Fernández-Ochoa o Gemma Mengual, cuando la sincronizada no ocupaba ni los breves de otros periódicos. He visto la redacción crecer nutriéndose de periodistas con ganas de explicar historias, sin género, porque al director de Mundo Deportivo, Santi Nolla, solo ha mirado el olfato periodístico y las ganas de trabajar para decidir quién firmaba en las páginas del diario o en la web. He visto crecer el deporte femenino, con nueve medallas olímpicas en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, la selección de baloncesto ganando 11 medallas en el siglo XXI, Mireia Belmonte, Garbiñe Muguruza, Lydia Valentín o Carolina Marín... tantas mujeres que son referentes para una sociedad que evoluciona con el deporte como dinamizador.
En más de 32 años de periodismo deportivo nunca me han discriminado por ser mujer y más importante aún, nunca he permitido que mi condición de mujer sirviera de excusa para ponerme límites. Cuando mi hijo Sandro tenía cuatro años se giró hacia mi padre y le dijo: “Yayo, vamos a comprar el Mundo para ver qué ha escrito mami”. No sabía leer pero sí tenía claro que mamá trabajaba, que estaba en un Mundial de fútbol. Hoy y siempre les escribo como mujer y periodista