Doloroso oportunismo
No hay ninguna necesidad que los espacios deportivos incluyan el caso de Gabriel
Los informativos deportivos han ido incorporando material que, más allá de cuestiones puramente deportivas, tiene, sobre todo, un trasfondo visceral. La carga emocional ha pasado a ser clave, más allá de la épica del fútbol o los resultados. La intensidad de las competiciones, de lo que sucede en un terreno de juego o en una pista, no es suficiente. Desde hace unos años, todo lo que tiene que ver con los sentimientos, el dramatismo, el exceso de sensibilidad, la ira, la desesperación o el dolor ha adquirido un peso muy importante en los informativos. Las emociones de los espectadores, las reacciones de los fans, las lágrimas de los aficionados o la rabia de los ultras colma los programas. Aunque sea tangencial al deporte, aunque el vínculo con el fútbol sea muy relativo, todo se incorpora: niños enfermos o que viven en situaciones límite, buenas obras de futbolistas con gente desfavorecida, alegrías de críos por cuestiones relacionadas con el deporte... se ha integrado al relato de los informativos deportivos porque están ávidos de emotividad.
Ayer, Deportes Cuatro y Antena3 Deportes, añadían a su informativo la reacción del mundo del deporte a la trágica noticia del crimen del pequeño Gabriel. Música triste para ilustrar minutos de silencio en algún estadio o pabellón, o recopilación de innecesarios tuits de deportistas indignados ante este hecho. Aunque el caso no tenía nada que ver con el deporte ni por asomo, ahí están ciertos programas reclutando la desgracia. Es el oportunismo del dolor. O el doloroso oportunismo.
Se pretende demostrar (como argumento algo forzado) que el deporte no es ajeno a las circunstancias de la actualidad. Pero una cosa es que no sea ajeno y la otra que sea necesario convertirlo en noticia. Lo que pasa es que cada vez más el deporte televisado se siente con la necesidad de capitalizar cualquier impacto social por lejano que le sea. Pero no es tanto una cuestión de sensibilidad social. Es más bien un afán por introducir carga emocional a una información deportiva que cada vez se interesa menos por el deporte y más el espectáculo