Mundo Deportivo (At. Madrid)

Koke marcó el gol más rápido de la historia del Atleti en Europa: 22 segundos

- Chema G. Fuente Madrid

Si el fútbol es un juego de errores, el Atlético de Madrid es el tahúr más listo del salón. Si a un equipo como el colchonero, que ya de por sí tiene el equipo más potente para llevarse la Europa League, encima le haces dos regalos que no se ven demasiado a menudo, está claro que no puedes esperar demasiado. Y eso es lo que sucedió. Un Atlético que es una máquina infalible en este tipo de situacione­s en las que los rivales intentan hacer, de hecho hacen, pero que cuando se quieren dar cuenta ya van perdiendo por 2-0 o lo que se tercie. Lo de Simeone ganaron y ganaron bien al cuadro luso y tienen pie y medio en semifinale­s. Mucho tendrán que cambiar los dos equipos para que en la vuelta, los de Jorge Jesús puedan soñar en remontar.

Especialme­nte si en tu equipo tienes una defensa con Coentrao, Coates y Mathieu. Con todo el respeto del mundo, pero lo visto en el Metropolit­ano con los tres zagueros del cuadro luso es impropio de un equipo en cuartos de final de Europa League. El reguero de errores cometido, por lo grosero y lo casi increíble de creer de los mismos, de los tres jugadores del Sporting ,tendría más verosimili­tud en un partido de esos de verano formados por exjugadore­s que de uno entre profesiona­les en activo. Ya decimos, con todo el respeto del mundo porque es complicado creer lo visto. Suponemos que los tres darán otro nivel en la liga portuguesa y que sencillame­nte no fue su día. Suponemos.

El Sporting de Lisboa mostró dos caras. En la ofensiva, Gelson volvió loco en varias jugadas a Lucas y compañía, Bas Dost demostró su poderío aéreo... y en términos generales, el equipo luso dejó buenas sensacione­s y pudo marcar de sobra en el Wanda Metropolit­ano. Si no lo hizo fue porque el cabezazo del holandés, que más que delantero es pivot, se marchó pegado al palo al cuarto de hora. Y si no lo hizo fue porque, a la media hora, Gelson se plantó solo ante Oblak, se perfiló y la pegó cruzada. Era gol sí o sí. Ah, pero no, porque estaba un tal Jan Oblak que se tiró a su izquierda y la sacó de forma prodigiosa. Vamos, un día más en la oficina para el arquero esloveno. Cien millones de clausula es un regalo, oiga.

Y decimos que tuvo claramente dos caras porque en la ofensiva fue cerca de un notable, pero en defensa fue un autético muy deficiente. ‘Os Leoes’ se suicidaron

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