Mundo Deportivo (At. Madrid)

Los ingleses jugaron como siempre y la osada apuesta de su técnico triunfó

- Jordi Archs

No hubo otro milagro en el Olímpico. El Liverpool, a diferencia del Barça, hizo valer sus tres goles de ventaja que traía de Anfield (5-2) y se clasificó para su primera final de la Champions League desde 2007. La Roma cayó con honor y acabó ganando el partido (4-2) al sobreponer­se a dos errores en la primera parte que convirtier­on la remontada en misión imposible, pero se quedó a un paso de la hazaña. Los ‘reds’ lucharán el próximo día 26 en Kiev ante el Real Madrid por proclamars­e campeones de Europa por sexta vez en su historia.

Con una línea de cuatro defensas como novedad en lugar de apostar por los tres centrales que hicieron aguas en Anfield, la Roma salió volcada y asedió al Liverpool en los primeros minutos, pero un grave error en la entrega de Radja Nainggolan permitió a Roberto Firmino montar una contra y servir a Sadio Mané para que, solo, fusilara a Alisson y acabara con la imbatibili­dad del Olímpico en esta Champions.

Dos fallos y un autogol

El 0-1 duró muy poco ya que en una increíble carambola devolvió el empate al marcador cuando un despeje de Dejan Lovren rebotó en su compañero James Milner. Pese al desafortun­ado autogol, el Liverpool le puso personalid­ad y no especuló. Con ese juego veloz y ofensivo que preconiza Jürgen Klopp, demostró que la mejor defensa es un buen ataque. Cada llegada del tridente Salah-Firmino-Mané sembró el terror en el área local, aunque esta vez fue el senegalés quien monopolizó las ocasiones en lugar del egipcio, que asumió más un papel de pasador en su regreso al Olímpico convertido en crack tras dejar en verano a una Roma a la que volvió loca en Anfield con sus dos goles y dos asistencia­s.

El equipo de Eusebio Di Francesco puso a prueba la resistenci­a de la zaga ‘red’ con balones largos buscando la altura de Edin Dzeko y Patrick Schick. Pero el bosnio, tras un córner, cometió otro error que volvió aprovechar el Liverpool para adelantars­e de nuevo: cabeceó hacia su portería y Georginio Wijnaldum solo, no perdonó.

Penalti claro no pitado

La Roma no dejó de creer en ningún momento y antes del descanso un disparo de Stephan El Shaarawy, desviado de nuevo por Milner,

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