Unos silbidos no te cambian la vida
Antoine Griezmann… episodio 33. Folletín puro y duro. Ahora estamos en la fase en la que ninguno de los interesados quiere lanzar la siguiente piedra. El jugador, calla. Quería llegar al Mundial con su futuro resuelto pero parece que no va a ser así. El Barça ya no abre la boca. Sabe que hasta el día 1 de julio el jugador no vale los 100 millones que está dispuesto a pagar.
El Atlético maquina en la sombra. Quiere dar a entender con sus mensajes que ya tenía convencido al jugador para que se quedara con una ficha superior a la que cobraría en el Barcelona y que los silbidos que recibió el domingo en el Metropolitano le pueden hacer cambiar, otra vez, de opinión.
Versión poco creíble. Una persona, aunque sea futbolista, no puede tomar una decisión tan trascendente en su vida por unos silbidos de más o unos aplausos de menos. Estamos hablando de asuntos serios. Del futuro profesional, de un volantazo de gran calibre. No puede ser verdad que una decisión tan trascendental penda de tamaña idiotez. Seamos serios. Como coartada no pasa el juicio.
A lo peor, es que Griezmann no calculó en su momento lo difícil que iba resultar dejar, despedirse, de un equipo “donde luchan como hermanos, defendiendo los colores, derrochando coraje y corazón”