Mundo Deportivo (At. Madrid)

Y llegó la tormenta

- 19.55 20.45 21.20 21.50 23.25 está en Borgoña y en Beaune, zonas donde existe una gran cultura del vino. Fabricando Made in Spain. Cartas en el tiempo. ‘Firmas de autor’. Página 2. ‘Especial lecturas de verano’. Historia de nuestro cine: Historias de Ma

La eliminació­n de España augura la máxima crueldad a la hora de señalar culpables

En el minuto 26 del España-Rusia, el equipo de Mediaset todavía tenía ánimos para bromear con la imagen en la grada de Manolo sin su bombo. En la segunda parte, Manu Carreño ya no pudo contenerse: “¡No recuerdo un partido tan malo de España en los últimos dos años!”. En la agonía de la prórroga sentenció: “Firmo pasar en los penaltis, porque no me gusta lo que veo”. Narváez y Castaño no aceptaban el trato. Un comentario puramente informativ­o de Castaño, anunciando que el cielo se estaba poniendo negro y que igual empezaba a llover, provocó un comentario alegórico: “¡Espero que no se avecine tormenta!” insinuó con retintín Carreño. Un minuto más tarde, después de un dramático suspense, el VAR no reconocía penalti sobre Piqué ni sobre Ramos. “¡Venga ya! ¡A tomar!” se desesperab­a Camacho. Con la tanda de penaltis llegó el bajón. Con la eliminació­n de España, el silencio de Camacho era revelador. Hasta después de la publicidad no articuló: “¡Nos ha echao el VAR ese!”. Nadie le discutió la afirmación. En el partido anterior, el VAR le encantó cuando no apreció fuera de juego en el gol de Aspas y dio el penalti a Irán salvando a España y metiéndola primera de grupo.

La conexión con J.J. Santos en el post-partido era la prueba más evidente de la indignació­n: “¡Estamos enfadados porque han sido cuatro partidos y a cada uno se ha ido a peor! ¡No se pueden poner paños calientes!”. Con un evidente resquemor, el tono enfurecido en sus intervenci­ones traspasaba el análisis periodísti­co para desembocar no solo en el dolor del aficionado sino en la rabia del que se está jugando algo: la audiencia de la cadena, el rédito comercial por los derechos pagados y el impacto mediático que van a menos con la eliminació­n de España. Ahora sí, entramos de lleno en la tormenta que presagiaba Carreño: los minutos televisivo­s que nos esperan a partir de ahora para señalar a los culpables van a ser sangrienta­s, feroces e inhumanas. Esa noche, un Pedrerol ávido por ajustar cuentas, apareció ya con los cuchillos afilados. No va a haber paraguas para tal diluvio. Pónganse a cobijo porque el espectácul­o promete

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