Del pasillo a la muralla de un ‘déjà vu’
El Alavés de Abelardo homenajeó por la Supercopa al Barça, que luego topó con su zaga como en las últimas Ligas
Con una temperatura más agradable que hace un par de semanas en plena ola de calor pero tampoco con la lluvia torrencial del viernes, el Barça-Alavés fue un clásico. En la grada y en el césped. En los anfiteatros porque los turistas volvieron a ser mayoría en la semana de agosto con menos socios abonados en Barcelona. La asistencia quedó en apenas 52.356 espectadores, casi la misma que en el estreno liguero del año pasado (54.560 en el Barça-Betis).
En el terreno de juego la estampa resultó también familiar en consonancia con las últimas visitas del conjunto vitoriano, que se le atragantó al Barça de Luis Enrique llegando a ganarle hace 23 meses (1-2) y al de Ernesto Valverde en enero pasado, cuando perdió (2-1) tras ir ganando hasta el 71’. El Alavés solo fue amigo en los prolegómenos. Después de una ofrenda de la Supercopa española ganada ante el Sevilla al término del calentamiento muy descafeinada, mucho más cálida fue la respuesta de la hinchada agradeciendo al rival Alavés por hacer el pasillo de campeón a los azulgrana. Gran detalle de ‘fair-play’ del exculé ‘Pitu’ Abelardo y sus jugadores aunquenoesperadoalnohaberparticipado en el mismo torneo.
Y del pasillo se pasó a esa muralla más que conocida ante el Alavés. Un ‘déjà vu’ que a punto estuvo de cobrarle otro disgusto a un Barça que empezó a animarse en los últimos coletazos del primer tiempo con la insistencia de Dembélé, alentado por el Espai d’Animació un mes después de proclamarse campeón del mundo y con rumores incesantes sobre su futuro. Sonó La Marsellesa incluyendo en su letra el nombre y
Ovación a Dembélé, a Ter Stegen por su confianza con los pies y a Vidal al aparecer
apellido del francés.
Coutinho, que apareció tras el descanso, fue otro de los que se llevó los aplausos de la grada antes de que Ter Stegen la despertara de golpe con su picada ante Rubén Sobrino a 30 metros de su portería llevándose el cuero. Fue un aperitivo de la explosión provocada por la penúltima genialidad de Leo Messi al colar una falta directa por debajo de la barrera. Como seis meses atrás ante el Girona. Pero si entonces regaló su obra de arte al Gol Sud, anoche lo hizo a los culés del Gol Nord, quienes vieron de cara su imborrable golazo al Getafe con solo 19 años. Leo demostró quién es el rey de la Liga, aún más tras la marcha de Cristiano Ronaldo a la Juve, donde ayer no metió ninguno de los tres goles válidos ni el anulado. Messi, como sus compañeros, estrenó el distintivo en la manga derecha que recordará toda la temporada quién es el vigente campeón y también en siete de las últimas 10 temporadas. Casi nada. Y, ya con el 2-0 tras el gol de Coutinho, en una atmósfera ‘in crescendo’, Arturo Vidal se llevó la ovación al suplir a Busquets. El chileno tiene a la afición en el bolsillo. Sus cuentas pendientes con el Madrid suman
Pobre asistencia (52.356), como en el debut liguero de 2017 ante el Betis (54.560)