Mundo Deportivo (At. Madrid)

La filosofía del proyecto es llenar el estadio, no hacer negocio con el abono

- El Camp Nou, casi vacío poco antes de empezar el Barça-Alavés

El Barça tiene 142.000 socios y un estadio con capacidad para 98.000 espectador­es. A día de hoy, el club cuenta con 84.000 abonados al Camp Nou y otros 10.000 en rigurosa lista de espera para conseguir un asiento. La media de asistencia en la última temporada fue (sin contar el partido a puerta cerrada) de poco más de 71.000 aficionado­s por partido. En términos absolutos, una de las mejores cifras del mundo. En números relativos de ocupación, no. Y en este punto aporto dos datos nuevos que dan mucho que pensar. La asistencia de abonados de la Liga pasada tuvo un promedio del 37% en la primera vuelta. En la segunda, llegó al 54%.

Esta es la realidad. Cruda y fría. El Barça de Messi, el que garantiza ver en directo al mejor futbolista de todos los tiempos, el equipo que ganó la Liga más sobrada de las últimos veinte años, ve cómo la mitad de los abonados no va al campo ni en el tramo decisivo de la Liga. ¿Los motivos por los que el abonado no acude al estadio? Muchos, variados y que dan para la especulaci­ón. La comodidad de ver los partidos por televisión puede ser uno de peso, que algunos abonados se habrán hecho mayores es otro, también hay quien hace negocio con su asiento (que en la redada del Barça-Madrid incautasen 2.823 abonos es para ponerse a llorar)…

Otro motivo importante, aunque parezca contradict­orio, puede ser el éxito del Seient Lliure. La posibilida­d de liberar tu asiento y recuperar hasta el 95% del importe del abono es una opción, reglada e institucio­nalizada, para que el socio-abonado se quede en casa y su butaca la ocupe otro aficionado del Barça, uno del equipo rival o un turista ensimismad­o.

El Seient Lliure mantiene hoy el primer y mismo objetivo que cuando se puso en marcha en 2001 en tiempo de la presidenci­a de Gaspart: aumentar el número de espectador­es al Camp Nou. A partir de ahí, además de dificultar el negocio de la revenda, es un win-win entre el club y el abonado: el Barça factura más en ticketing al poner las entradas a la venta y el abonado puede recuperar casi la totalidad del precio equivalent­e a la entrada para ese partido –o partidos– a los que ha decidido no acudir. Durante estos 17 años, el sistema se ha ido modificand­o, matizando y perfeccion­ando, aunque no siempre se ha comunicado de la mejor manera –como, por ejemplo, este mismo verano–. Con el tiempo, y quizá también a raíz de la crisis económica, el Seient Lliure parecía haber difuminado el objetivo real. Había quien, gracias al Seient Lliure, hacía negocio. En la segunda Liga de Luis Enrique ,un abonado que pagó 500 por su asiento y lo liberó todo, sacó casi 1.000 euros a final de temporada. Uno de tribuna, se llevó 1.400 por un abono

1. En casa o con los amigos jugamos a decir partidos del Barça que, con el VAR, habrían tenido un resultado distinto. Para bien y para mal.

2. Para bien, el penalti de Guruceta de Rifé a Velázquez, la Liga que nos birló Mateu Lahoz en el Camp Nou ante el Atlético, el gol mal anulado a Piqué contra el Málaga con De Burgos Bengoetxea que nos impidió ganar la tercera Liga de Luis Enrique...

3. Para mal... Qué curioso... Ahora no me viene nada a la cabeza. Jueguen, es gratis, divertido y estimula la memoria futbolísti­ca. de unos 1.000.

Esta era la perversión del Seient Lliure. No hace falta ser abogado para darse cuenta de que, fiscalment­e, se les podía buscar las cosquillas a unos socios que tenían unos ingresos y unos beneficios que no se declaraban. La opción de topar los ingresos del Seient Lliure hasta el 95% del precio del abono protege al socio, al club y termina con esta práctica que flirteaba con la infracción tributaria.

La realidad es que cada vez somos menos los que montamos la vida en función de los partidos en casa y que, si por algún extraño motivo no podemos ir, seguimos siguiente abono. Habrá que ponerle imaginació­n y valentía. Lo que hoy por hoy es inconcebib­le es que dos de cada tres de los 84.000 abonados se queden en casa mientras hay 10.000 socios que llevan años esperando poder tener un asiento. Claro que, cuando accedan a uno (la lista de espera se rebaja unas 200 butacas por temporada) quizá ellos también se queden en casa, o practiquen el Seient Lliure o, eso sí que es obsceno, metan el abono del Camp Nou en la reventa

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