El United sigue generando dudas pero puso un parche a su hemorragia
No es buena época para presumir en el United, negado en Old Trafford, conformado con el punto que sumó ante el Valencia (0-0). Lejos quedan aquellos tiempos con Neville, Giggs y Beckham, ayer en la grada de un estadio del que todos sacan provecho. También el cuadro de Marcelino, si bien el empate le condena a la tercera plaza, obligado a lograr el triunfo frente al Young Boys a domicilio en la próxima fecha. Se retrasó cinco minutos el partido por la llegada tardía del United a Old Trafford, consecuencia de un tráfico caótico en la ciudad.
Ni United ni Valencia quisieron exponerse demasiado, el primero atenazado por la crisis que se acentuó durante la semana, el segundo precavido tras caer ante la Juventus en la primera jornada del grupo de la Champions. Condicionados por motivos de distinta índole, ambos equipos se tantearon de inicio sin apenas agresividad, como si De Gea y Neto no existieran hasta los primeros remates de un United que, con poco, le bastó para asustar a su rival.
Algo agazapado atrás, el Valencia se dejó intimidar por la presión del cuadro inglés, a quien esta vez no se le pudo cuestionar la intención y el compromiso. La dignidad, como diría Mourinho, fue intachable en un United con Alexis de vuelta a la titularidad, en esta ocasión como extremo diestro para que Rashford, desde la izquierda, desbordara desde donde se siente más cómodo para ello. Y lo intentó el joven inglés, autor de dos disparos, uno desviado, el otro bien atajado por Neto.
El encuentro lo tuvo controlado el United, sólido atrás, eléctrico arriba. Empujó Old Trafford, como si se hubiera conjurado su hinchada para olvidar los problemas que acechan al club. Y ante ello el equipo de Marcelino se amilanó, reculó y le cedió espacios a un United imperfecto que también se descuidó más de la cuenta, advertido por las carreras de un Guedes impreciso. El portugués interpretó bien el juego, falto de precisión para generar peligro tras las descargas de Batshuayi.
No le faltó dinamismo al cuadro español, sobre todo de sus dos puntas, con esa capacidad para ir y volver, para desordenar y sembrar dudas en la zaga rival. Pero apenas con peligro latente, más pendiente de las transiciones de un United que depende en exceso de Lukaku. A pesar de que Mourinho frunció el ceño, la actuación de sus pupilos fue cuanto menos correcta, con el objetivo de resolver el segundo envite de la liguilla en el tramo final de un choque con suspense.
Se hizo larga la espera, con el United y el Valencia dispuestos a jugársela a una carta, pendientes de un detalle. No se escondió el cuadro visitante en ese intercambio, cerca de la sorpresa en una jugada trenzada que no pudo culminar Carlos Soler, que entró para refrescar a un Valencia que pasó de puntillas por la meta de De Gea, no más que un United que se encontró con el larguero en un libre directo esquinado, lanzado por Rashford.
Más feo que bonito, más básico que sofisticado, pero el segundo tiempo fue de un United al que le faltó algo más de continuidad en el juego para derrotar a un Valencia que tampoco le supo mal el empate en Old Trafford. Ya sacó un punto de Manchester hace siete temporadas, y se despidió con la sensación de que en Mestalla pueden cambiar las cosas. Mourinho, por su parte, pone un parche a la crisis aunque no sirve para sacar pecho, sí al menos para cortar la hemorragia de un equipo que sigue en el alambre