Suárez no debe ser intocable
Las cuatro no victorias consecutivas del Barça en la Liga dan que pensar. Tamaña racha negativa no era previsible y suerte ha habido de que los demás tampoco andan sobrados para no quedar descolgado. Eso es lo que más escuece, porque de haber ganado los dos últimos partidos de casa (Girona y Athletic) y al menos empatar el de Butarque ahora sería líder destacado. Pero…
Puestos a buscar el punto más débil del equipo, en este momento es el de delantero centro. Y no, no crean vamos a invocar ahora al masacrado Alcácer, condenado antes de tocar el primer balón y que está triunfando en el Borussia, líder de la Bundesliga, en el que ha marcado 6 goles y promedia uno cada 14 minutos.
Lo que invocamos es que Luis Suárez debe sacar mucho más rendimiento al desgaste físico que ofrece en cada partido. Su potencia y velocidad, sin embargo, carecen del control adecuado para reflejarse en un rendimiento positivo. Es cierto que en los últimos encuentros ha dado asistencias por pasiva (Wembley) y por activa (Mestalla) a Messi, pero no menos cierto es que su fútbol no es clarividente y sí embarullado y hasta torpe. No le salen los regates por lentos, intenta fintas previsibles y devuelve melones en paredes sencillas. Hay que reconocerle su constante brega y pelea con los rivales, pero esa pólvora la gasta en salvas porque no guarda proporcionalidad por su escaso acierto.
Otra rémora es esa constante búsqueda de ‘su’ Messi, lo que le hace perder opciones mejores para jugar el balón... o disparar a gol, algo que parece ha olvidado. Además, discute demasiado y con excesiva crispación con los colegiados. En Valencia, incluso facilitó el gol local al no despejar un balón fácil en el primer córner, lo que engañó toda la defensa, comenzando por Piqué. Pero, ¿será capaz Valverde de sentar en el banquillo al amigo inseparable de Messi? Es difícil creerlo, aunque parece necesario y más si está físicamente mermado