Un postpartido muy clásico
Los espacios de análisis se resisten a ofrecer un relato que huya de los tópicos
El mejor postpartido del Clásico lo hallamos en El partidazo de #Vamos. No hubo la necesidad de ir a remolque de las polémicas tópicas de los clásicos y marcaron las diferencias respecto a los demás en cuanto a las imágenes complementarias del partido. Huyeron de melodramas de manitas, cánticos y polémicas agrias para ofrecer un análisis profesional y fluido. La prueba: fueron los únicos que captaron el gesto de Piqué pidiendo a la grada que no insultara a Ramos y la priorizaron a la imagen de la manita. En Directo Gol con Felipe del Campo, el cebo para la audiencia era la polémica con ‘La barra del VAR’. La imagen de un supuesto penalti de Busquets sobre Isco la repitieron más de veinte veces. Fue la opción más antigua de analizar el fútbol, intentando encontrar las injusticias que habrían dado la vuelta al resultado del partido. Lo del Chiringuito es ya arrabalero: el vodevil decadente entre Juanma Rodríguez y Cristóbal Soria fueron las ‘Escenas de matrimonio’ del fútbol. Y el soliloquio de Roncero de vergüenza ajena. Si la motivación extra de los espectadores que no les sintonizan nunca es verlos el día que pierde el Madrid, hacerlo ha dejado de tener gracia por repetitivo, artificial e insubstancial.
Al día siguiente, en El golazo de Gol, el programa donde Jesús Gallego y Manolo Lama vociferan las noticias, seguía en la línea de la noche anterior en Gol. En la necesidad de establecer equidistancia y compensar el relato del mal juego del Madrid, no paraban de buscar elementos negativos en la actitud del Barça: “¿Te dolió la mano de Piqué?”. “Los olés del Camp Nou, ¿qué te dicen?”. “El efecto ‘manita’ de Piqué se propagó por la grada”.
A la audiencia le preguntaban si su mano era por vacile, sentimiento o falta de respeto. Hicieron un seguimiento intensivo de Piqué con necesidad de observar en él un comportamiento incendiario o inadecuado. Le pusieron la lupa, pero mira por donde, el gesto de Piqué pidiendo a la afición que no insultara a Ramos, en forma de foto fija imprecisa, la relegaron de manera fugaz a otro vídeo y apenas le dedicaron atención.
Ya es mala suerte. El problema de los clásicos es que, por insólitos que sean, el relato posterior siempre es el mismo