Una silla, una ilusión
Albert Llovera ayuda a niños discapacitados refugiados sirios
Albert Llovera es un ejemplo dentro y fuera de la pista. Lo demuestra año tras año con cada una de sus acciones. A los 17 años, como joven promesa del esquí, un accidente en la Copa de Europa le causó una lesión medular que le impide desde entonces moverse de pecho hacia abajo. Pero ello no le ha impedido mover montañas con un positivismo y unas ganas arrolladoras y unas manos incansables. Ha hecho historia abriendo el mundo de la competición a los discapacitados dando gas en múltiples disciplinas como el Mundial de Rallies, el Dakar o el Rallycross y ha sido clave en la creación de los mandos que permiten conducir a muchas personas que antes no podían. Pero lejos de conformarse, continúa ayudando.
Lo hace como embajador de UNICEF desde hace años en Mauritania. Allí fue clave en dos frentes. Uno para ayudar a la inserción de los niños discapacitados en la sociedad, considerados como “maldecidos Llovera, entregando una silla a Yasmine (arriba), jugando a basket con Sami (izquierda) y visitando un centro de UNICEF (abajo) e inútiles” y otro para las mujeres. “Las tratan muy mal e iniciamos un proyecto de créditos sin interés para que cambiaran de vida y emprendieran. Una de ellas, al cabo de 10 meses ya tenía a su marido trabajando para ella, algo impensable en Mauritania. Una crack”, exaltó con una sonrisa Albert, que este mes cambió de localización para centrarse en las necesidades de los niños y niñas sirios discapacitados que viven en tres campos de refugiados distintos de Jordania, entre ellos, el de Za’atari, con más de 78.000 personas entre sus vallas. Se le ocurrió que uno de su patrocinadores, Sunrise Medical, le podría ayudar aportando 30 sillas. Incluso propuso pagarlas de su propio bolsillo. Pero dicha empresa aceptó entregarlas.Ya en Jordania, en el almacén, Albert las clasificó para que cada niño tuviera la que le correspondiera y formó a los responsables de entregarlas a cada pequeño. Le faltaba visitar a los chavales. Lo que más le impactó.
“Te quedas tocado”, decía a MD, recordando su viaje a Jordania. “Me encontré a familias con 6 hijos y tres de ellos con parálisis. Brutal”, comentó Llovera, que siempre que piense en Jordania lo hará también en un chico muy especial: Sami. “Su gran ilusión era jugar a baloncesto. Gracias a la silla que le dimos podrá hacerlo. Fuimos los dos a una pista a jugar. ’Me has cambiado la vida’, no paraba de decirme el chico”, explicó sobre Sami, que ya no tendrá que soportar el dolor de las prótesis que ya se le habían quedado pequeñas para sus muñones. Para él empezó una vida nueva. Puede olvidarse de las llagas. También fue como un sueño para otros pequeños a los que ayudó Albert, un héroe sin capa que tiene en su motivación, ganas, alegría e inquietud sus mejores súperpoderes. “Después de casi una semana de llegar de Jordania, el mundo no ha cambiado, ha mejorado la calidad de vida de algunas familias. Cada granito cuenta”, finaliza
El piloto viajó a Jordania para entregar sillas de ruedas a los pequeños