Setién: “Ahora hay que cumplir y ser responsables”
Los mensajes del vestuario
ay vida sin deporte? Es como preguntar si hay vida después de la muerte, tal cual ironizó aquel primer ministro británico, Harold Macmillan, después de perder una votación en el Parlamento que le costó el cargo en 1963. Sí, hemos visto que hay vida sin deporte, sin futbol en concreto, a lo largo de un fin de semana. Y seguirá habiéndola si el virus mantiene confinado a naciones enteras. Pero es una vida más aburrida y más ensimismada.
Desde mi confinamiento casero observé el domingo cómo un guardia advertía a un corredor que se retirara a su casa. No sacó la libreta ni la aplicación de móvil correspondiente para multar por ser el primer día del estado de alarma. El atleta huyó corriendo y se perdió en el silencio de la calle.
Es tal el impulso vital del deporte que me maravilla leer este diario, por ejemplo, como si las competiciones no se hubieran interrumpido en seco de un día para otro. Las clasificaciones siguen petrificadas. Da igual. A falta de fútbol real y presencial, a falta de grandes concentraciones humanas, los planes de futuro mantienen la ilusión colectiva sabiendo que la salud individual y pública son prioritarias.
El fantasear si la interrupción es indefinida o no ya es un deporte. Y una competición de alto riesgo es la que libran Javier Tebas y Luis Rubiales. A los del Espanyol, por ejemplo, les interesa que la clasificación actual no sea la foto fija del final de temporada. A los del Real Madrid, tampoco. El Barça, sin embargo, ya firma. También esto es un deporte, virtual claro
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