Mundo Deportivo (At. Madrid)

Muy triste por Guayaquil

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En esta situación te tienes que buscar fórmulas y maneras de que vaya pasando el tiempo sin que te pese demasiado en la mente, para lo cual andas bastante tiempo por los pasillos de tu casa, haces ejercicio y también mantienes contacto con el exterior, en mi caso de forma telefónica, para saber cómo están los familiares y los amigos. De esta forma, también entras en un espacio de gente, conocidos, que quizás en algún momento has tenido estrecha relación y de los que te has distanciad­o por el trajín del día a día. El impasse de ahora sirve para hablar un rato con ellos, preguntar por su situación, recordar tiempos buenos o no tan buenos y ver que la relación humana, a menudo, entra en unas fases que se pierden en el recuerdo pero que siempre se pueden recuperar. En estas conversaci­ones vuelven recuerdos y vivencias del pasado y también es una forma, aunque sea parcial, de volver a vivir. Me da la impresión que esto que yo siento también lo viven los que están al otro lado de la línea telefónica. Todo sirve para mantenerno­s en forma y para poder llegar animados a las ocho de la tarde para salir a aplaudir a los abnegados sanitarios que no descansan en la ayuda a la gente enferma

HHe visto unas imágenes de Guayaquil relamente duras. Esta ciudad fue escenario de la inauguraci­ón del estadio del Barcelona de Guayaquil en 1988 que si no recuerdo mal había fundado un seguidor del Atlético de Madrid. Aquel año el Barça sufrió los problemas que culminaron con el motín del Hesperia. Era un divorcio total y por un lado teníamos el compromiso de ir a una inauguraci­ón en Ecuador y por otro lado casi no había jugadores profesiona­les. Y allí nos esperaban a ‘tutiplén’... La situación era difícil de resolver. Hablo con Núñez y me dice: ‘Mira de arreglarlo’. Contacto con Rexach, segundo entrenador de la época, y le planteo el problema. Charly hace un grupo de veinte jugadores, la mayoría del filial, en el que estaban Amor, Roura, Milla, Urbano y muchos más. Recuerdo que en la final de consolació­n ganamos 4-0 a Peñarol. En el descanso ya iba ganando bien el Barça y el presidente de Peñarol, el histórico Damiani, se fue enfadado al vestuario. A los diez minutos subió y me dijo: “Acabo de echar al entrenador, a Fernando Morena”. Y eso que Morena era un ídolo en Uruguay. Guayaquil nos trató muy bien y espero que sus habitantes puedan salir rápido de esta situación. ¡Ánimo muchachos!

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