Cuando la rutina es excelencia
La noche de Leo en Mallorca sólo fue uno de tantas. Sin hacer a simple vista nada extraordinario, asistió dos veces y marcó un gol. Lo que para cualquier otro sería un éxito, para Messi apenas fue un día más en la oficina
Antoine Griezmann, jugando de falso ‘9’, fue sustituido en Palma mientras Martin Braithwaite, por fuera, terminó el partido. Quique Setién, por si ese detalle pudiera originar el más mínimo debate, acabó ayer con él en un par de minutos. El técnico explicitó en su rueda de prensa que Griezmann es indiscutible. Futbolista de presente y de futuro. Se acabó lo que se daba.
Los números del francés en su primer año con el Barça no son malos. Lleva 14 goles (10 en Liga) y 4 asistencias (todas en el campeonato doméstico) y ha marcado en las cuatro competiciones que ha jugado. Es cierto, por otra parte, que podía esperarse más de él pero a Griezmann siempre le ha costado ganarse ese etiqueta de indiscutible. Le ha pasado en la Real y también en el Atlético. Ahora bien, ni en Donostia ni en Madrid compartía protagonismo con Messi, un tipo que no necesita hacer un partido extraordinario para difuminar a todos lo demás.
Leo, por ejemplo en Mallorca, firmó uno de tantos partidos suyos. Acostumbrados a verle exhibirse, no puede decirse que hiciera nada fuera de lo común. La cuestión es que su rutina es la excelencia de cualquier otro futbolista mundial: dos asistencias y un gol en la victoria por 0-4. En total, este curso ha marcado 25 veces y ha repartido caramelos a todo el mundo que en 18 ocasiones acabaron en gol.
Otra temporada, y van doce consecutivas, haciendo 20 o más goles en Liga, lejos sí de los 50 que hizo en la 11-12 o de los 46 de la 12-13 pero, siempre, siempre, acertando más que nadie. No hay otro como él aunque pueda parecer que anda más que corre. Le quedan 10 jornadas. También a Griezmann, para mejorar sus registros y por poco que acierte el francés acabará en números notables o más que notables siempre que no se los comparen con los de Messi
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