Fin de ciclo vergonzoso
Fue una humillación histórica que cierra un ciclo brillante. Esta vez sí se ha cerrado una época y se abre otra. Es culpa de todos. Sin excepción. No es el momento de los oportunismos ni de señalar solo a una parte, cuando el batacazo afecta desde arriba hasta abajo. Ayer, el Bayern demostró que el fútbol de este Barça está a otro ritmo, que el equipo tiene jugadores en su etapa final y que en el banquillo no ha existido liderazgo. La directiva no ha sido capaz de llevar a cabo la renovación y el vestuario no ha dado la talla. Es mal día para reflexionar porque las emociones dolorosas están a flor de piel y el golpe al barcelonismo es demasiado potente para ofrecer argumentos cuando solo hay rabia.
EL BARÇA HA SIDO SUPERADO físicamente y por velocidad. El ritmo de este equipo ha sido siempre menor que los grandes rivales. Hay culpa en la directiva en las renovaciones y en los fichajes y en el vestuario por mantener una burbuja sin la intensidad necesaria para competir al máximo nivel. La tremenda calidad de los futbolistas ha permitido sobrevivir, pero la columna vertebral del equipo (donde se asienta el poder del vestuario) ha competido por oficio pero no por las condiciones mínimas que exige el fútbol moderno. Es muy difícil gestionar el final de carrera de las grandes estrellas, pero no se ha acometido desde arriba y en el vestuario no ha existido el liderazgo necesario para cohesionar un grupo que ha acabado dividido. Ahora Setién será fulminado y Bartomeu dará la fecha de la convocatoria de elecciones y el Barça deberá reconstruirse después de una etapa excepcional con el peor final de la historia. No será la primera vez que deberá levantarse. Ayer se asistió al funeral de un ciclo extraordinario. El Bayern dejó ayer en evidencia que futbolísticamente este Barça está muy lejos de los equipos top en este momento
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