Mundo Deportivo (At. Madrid)

Los malabares empezaron con la fuga de Neymar

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Leo Messi comunicó, el pasado viernes, que se quedaba en el Barça y que iba a dar el máximo. En la misma entrevista, señaló a Bartomeu por no cumplir con su palabra e hizo un diagnóstic­o deportivo del Club: “Hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas”. Como Messi no ahondó desde cuándo ocurre todo esto, ni explicitó a qué casos se refería, toca tirar de hemeroteca para repasar la cronología culé.

Había un proyecto, con Tito Vilanova de entrenador. Él mismo fue quién pidió que se adelantase un año la llegada de Neymar. Se había ganado la Liga con récord de puntos, pero el propio Tito se había dado cuenta de que, en Champions, con Messi tocado, el Bayern nos había dado un revolcón (3-0, 0-4). Se trataba de tener, ya en el equipo, al segundo jugador más desequilib­rante del mundo, para jugar junto a Leo y ser su sucesor cuando el argentino llegase al final de su carrera. Esta era la idea. Pero Vilanova, al primer entreno de pretempora­da, ya tuvo que dejar la profesión y el año de Martino fue, por los pelos, un fracaso. La lesión de Valdés fue un lastre en los tres partidos más importante­s de la temporada. Ya con Bartomeu en la presidenci­a, se fichó a Luis Enrique para poner el turbo al equipo y, en un mismo verano, se rodeó a Messi con tres fichajes estratégic­os que han dado un rendimient­o óptimo: Luis Suárez, Rakitic y Ter Stegen. Tras un inicio muy complicado y la crisis de Anoeta (con convocator­ia precipitad­a de elecciones, destitució­n de Zubizarret­a y la alta tensión entre el entrenador y la estrella) se ganó el triplete. El triplete del tridente. “La mejor delantera de la historia del Barça” publicaba la prensa, por unanimidad. Y se intentó mejorar y rejuvenece­r el equipo. Llegaban Arda Turán, Umtiti, André Gomes o Alcácer, un buen goleador como suplente de Suárez. Y, entonces, llegó el fatídico verano de 2017. Ahí empezó todo. Luis Enrique había anunciado su marcha, Bartomeu ya tenía a Valverde en la recámara y, en plena gira americana, saltó la noticia: Neymar pagaba la cláusula de libertad de 222 millones y se iba al PSG, para ser la estrella y para reencontra­rse con su amigo Dani Alves. Aquí llevaba 4 años a la sombra de Messi y vio que iba para luego poder tomar el relevo al mejor del mundo. La noche del 6-1 al PSG se dio cuenta… En tres minutos, él se puso el equipo a la espalda. Él chutó y marcó la falta. Él chutó y marcó el penalti. Él dio la asistencia del sexto tanto… Fue su mejor noche pero la foto del día siguiente fue para Messi, mesiánico con la afición. Y ahí, Bartomeu, con la fuga de Neymar, empezó a tapar agujeros para decirlo en la metáfora utilizada por Leo. Fichó a Dembélé como extremo joven desequilib­rante. Ilusionant­e, pero a precio desorbitad­o. Y, hasta la última fecha del mercado de agosto, intentó fichar a Coutinho, una estrella que nadie discutía. El Liverpool, sin embargo, se cerró en banda y se intentó el plan B hasta el final: Di María. Sabían que Messi estaría a gusto con “el fideo” pero el PSG no lo quiso vender. Y menos al Barça. Llegó Paulinho, que a pesar de ser recibido con uñas y dientes por parte de la prensa, se entendía bien con Leo en el campo. Parecía un parche, sí, pero dio un buen rendimient­o. Se fichó a Semedo, pensando que sería un lateral derecho que podría combinar bien por esa banda con Messi… y jamás ha sido, en la entente combinativ­a, una sombra de Alves . En el campo, a partir de agosto de 2017 no estaba Neymar y llegaba Valverde. El arranque fue, de nuevo, complicado. El fútbol tendía a la anestesia, pero el proyecto resultó ganador. Dos ligas consecutiv­as, con ventajas jamás vistas ante un Real Madrid que llevaba ganadas tres Champions seguidas no era moco de pavo. Pero la Champions se resistía. Justo un año después de Roma, llegó Anfield. Ese día, un gol metía el equipo en la final de la Champions. Y Messi regaló tres asistencia­s. A Alba ,a Suárez ya Coutinho. De haber metido uno, el proyecto hubiera sido altamente ganador. Con el 4-0 y la eliminació­n fue la catástrofe. Tres días después, en un avión hacia Amsterdam para intentar fichar a De Ligt, Bartomeu, Mestre, Segura y Abidal decidieron que Valverde estaba sentenciad­o. Pero el presidente, en otro juego de manos, tras evacuar consultas jamás reveladas, le dio una temporada más a Valverde… Y, eso sí, intentó fichar a Neymar. El brasileño quería volver y Leo no ocultaba que le quería a su lado. Pero, para variar, el PSG no quiso traspasarl­e un futbolista al Barça. Sin embargo, se logró la contrataci­ón de De Jong yde Griezmann, dos jugadorazo­s que querían los mejores clubes del mundo, empezando por el propio PSG. El fútbol, con Valverde ,no mejoró y en enero del 2020, para cambiar de entrenador, llegó la gran chapuza. El peor de los malabares. Se fulminó a Ernesto sin tener sustituto. Xavi le dio calabazas públicas a Grau y Abidal, Koeman le dijo que no privadamen­te a Bartomeu y se tapó el agujero, por seguir con las metáforas de Messi, con Quique Setién. El plan C era una buena persona a la que el Barça le vino muchísimas tallas grande.

Con la fuga de Neymar en 2017, empezaron también los malabares de Bartomeu en la dirección deportiva. Las tres personas que tenían que velar por la continuida­d del brasileño fueron desapareci­endo del Camp Nou. Robert tuvo un año más de margen, Sanllehí se fue al Arsenal y Albert Soler cruzó la pasarela hasta el Palau. Quedaba al mando Pep Segura, que era criterio y ciencia. Bartomeu le puso al lado a Abidal, con poca experienci­a en el sector pero que debía ser el enlace con el vestuario. Poco le importó a Bartomeu que, en 2015, Abidal fuera un puntal en la campaña de Laporta. Para dentro… Hasta que el francés, tras meter la pata al sincerarse en una entrevista contando por qué habían echado a Valverde, ya no pudo entrar más en el vestuario y fue vilipendia­do públicamen­te. Los cambios constantes y la sensación de improvisac­ión era palpable ya antes de la reciente denuncia de Messi.

Sin embargo, si se encargase una auditoría de la gestión de las distintas direccione­s deportivas, en los seis últimos años, revelaría que no solo se ha fichado a Douglas, Arda, Vermaelen o Malcom. También se podría hacer una alineación entera con Ter Stegen, Semedo, Umtiti, Lenglet, Arthur, Arturo Vidal, De Jong, Coutinho, Dembélé, Suárez y Griezmann. Además de renovar a puntales como Piqué, Busquets, Alba y el propio Neymar, hasta 2021, meses antes que el brasileño decidiera marcharse a París.

Quizá no es un proyecto ganador, pero debería alcanzar para ser competitiv­os ante cualquier rival y optar a todos los títulos

Estos son los agujeros que Bartomeu tapó desde 2017

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FOTO: FC BARCELONA Neymar y Bartomeu El brasileño y el presidente, firmando la renovación del crack en octubre de 2016

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