El VAR, ese cuarto oscuro

a herramienta que debía llegar al fútbol para eliminar la polémica amenaza con amplificarla aún más. Ayer, en el Betis-Madrid, la intervención del vídeoarbitraje volvió a ser decisiva para un triunfo blanco. La cosa tuvo su miga porque en dos jugadas decisivas el árbitro de campo, De Burgos Bengoechea , no apreció nada punible. En la primera, una arrancada de Jovic en que cayó perseguido por Emerson y en que el árbitro no pitó nada. El VAR le instó a revisarla y, tras hacerlo, decidió expulsar al bético. En la segunda acción, tras una pugna en el área entre Bartra y Mayoral en que tampoco vio nada el equipo arbitral, el VAR volvió a revisar y a pedirle a De Burgos que fuese al monitor. Y fue. Y vio, más que empujón de Mayoral aun Bartra que tenía ganada la posición, la mano del bético. Penalti y gol de Ramos, el definitivo 2-3. El VAR está para revisar y para llamar al árbitro, OK, pero que unifique criterios. La temporada pasada, en Bilbao, Ramos pisó en el área a Raúl García. Nada, no se pitó penalti aunque el pisotón lo vio por TV el mundo entero. ¿Llamaron al árbitro para que lo revisase? No se sabe, pero no fue. Antes, en un MadridGetafe en Valdebebas, hubo un derribo en el área de Carvajal a Olivera, éste con la posición ganada. No se pitó penalti. ¿Avisó el VAR al árbitro para revisar? Tampoco se sabe pero no hubo penalti y tira millas, Cabanillas. Urge ya que haya un acta del VAR, como la hay de los partidos, para que los clubs sepan a qué atenerse. Basta del cuarto oscuro donde se deciden triunfos sin que los afectados sepan qué se cuece

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