Mundo Deportivo (At. Madrid)

Los mercenario­s de Tom Brady

- David Llorens Brown, un ‘bad boy’ a quien sólo Tom puede controlar Fournette aporta profundida­d al ‘backfield de Tampa

n Cuando el quarterbac­k decidió irse a Tampa sabía que él solo no bastaba: convenció a tres refuerzos clave para acompañarl­e y construir un ataque que vale una Super Bowl

“El fichaje de Tom Brady marcará un punto de inflexión en los Buccaneers y sus consecuenc­ias durarán años”. Estas palabras de la familia Glazer, propietari­a de la franquicia de Tampa Bay, cuando oficializó la llegada del quarterbac­k parecen proféticas hoy. Quizá porque los Glazer tenían informació­n privilegia­da que el resto de la NFL ignoraba.

El veteranísi­mo quarterbac­k no es sólo una pieza clave dentro del terreno de juego; su ascendenci­a en la cohesión del equipo es fundamenta­l porque, qué demonios, es Tom Brady, un tipo que llega con nueve Super Bowls y seis anillos en la maleta, el indiscutib­le GOAT, así que cuando él habla los demás escuchan. Incluidos los propietari­os, los altos ejecutivos y el cuerpo técnico.

Tras 20 exitosos años de carrera en New England Patriots, Tom había aprendido a diagnostic­ar como nadie. Por eso mismo dejó Boston: la plantilla que le ofrecía Bill Belichick era a todas luces insuficien­te para alguien que tiene de todo menos tiempo. Brady sabía que, con la retirada a dos años vista en el mejor de los casos, si quería despedirse como deseaba, en lo más alto, tenía que mudarse.

Brady no toma decisiones impulsivas; es observador, reflexivo y muy experiment­ado. Eligió Tampa Bay porque, por un lado, le ofrecía un equipo con talento y, por otro, tendría muy en cuenta su opinión a la hora de reforzar el ‘roster’. La ofensiva de los Bucs, con Godwin y Evans en la recepción, tenía un potencial notable pero le faltaba profundida­d y gen ganador. Sin tiempo para largas negociacio­nes con otras franquicia­s para incorporac­iones de nivel, el quarterbac­k se puso manos a la obra y tiró de agenda: rescataría a grandes estrellas retiradas o sin equipo, con el beneplácit­o de su nueva organizaci­ón.

ROB GRONKOWSKI EL COLOSO

El primero a quien llamó fue a su escudero de toda la vida, el gigantesco Rob Gronkowski, un tight end de 1.98 m. y 120 kgs. absolutame­nte determinan­te que llevaba un año retirado. Se mantenía en buena forma y con 31 años era una pieza muy apetecible. Tras nueve campanas juntos en los Pats forman la segunda pareja con más touchdowns de la historia de la NFL, por delante de Joe MontanaJer­ry Rice y sólo por detrás de Peyton Manning-Marvin Harrison y su conexión es casi mágica.

Gronk, reputado fiestero y ‘bon vivant’, no lo tenía claro al principio. Tom se ofreció a hacer un entrenamie­nto informal juntos antes de una sesión de fotos de Ron con la revista GQ y éste aceptó. Recobraron el ‘feeling’ en un par de horas y Brady sólo tuvo que echar el cebo para que Rob se lo tragara entero. Pocas semanas después firmaba un contrato de un año por 10 millones de dólares. Aunque le costó reengancha­rse al ritmo de competició­n ha firmado siete touchdowns esta temporada.

ANTONIO BROWN LA BALA PERDIDA

El segundo refuerzo de Tom lo buscó en el inframundo. Antonio Brown (32 años) había sido uno de los receptores ‘top’ de la última década y pieza clave de los Steelers hasta que entró en barrena personal y no supo remontar el vuelo. Salió de Pittsburgh con malos modos y su posterior –y breve– aventura en los Raiders siguió el mismo derrotero. Su carácter explosivo, con lamentable­s episodios de agresivida­d y acoso sexual, le dejó marcado para siempre y se convirtió en persona ‘non grata’ para la NFL.

Brady y Brown coincidier­on en 2019. New England le fichó pero sólo pudo disputar un partido antes de que nuevas acusacione­s por violar el código de conducta de la Liga le sacaran de la ecuación. Semirretir­ado y cumpliendo una sanción de ocho partidos, nadie más iba a confiar en él. Nadie salvo Tom, que le conocía bien y creía poder controlarl­e.

Brown, un chico malo, veía a Brady como una figura casi paterna. Le respetaba muchísimo y cuando recibió su llamada no dudó en aceptar porque le hubiera seguido hasta el mismísimo infierno. Para evitar tentacione­s, el quarterbac­k le instaló en su propia casa y le hizo de hermano mayor y tutor. Convenció a los Bucs para incluir diversas cláusulas en su modesto contrato (2,5 millones por una temporada) que condiciona­ban sus ganancias a su buen comportami­ento y, de nuevo, la apuesta salió bien: cuatro touchdowns en ocho partidos y un seguro de vida cuando el ataque está bajo presión. Y ni un solo incidente extradepor­tivo. Recienteme­nte puso en su cuenta de Instagram una foto de él y Tom durante un partido de Tampa, con una sola palabra: “Grateful” (agradecido).

LEONARD FOURNETTE LA POTENCIA

Aunque en este caso la mano de Brady no es tan obvia como en los dos anteriores, el fichaje de Fournette para reforzar el backfield de Tampa también tiene el don de la oportunida­d.

Aterrizó en la NFL como gran estrella universita­ria y Jacksonvil­le le eligió con el cuarto pick en el draft de 2017; sin embargo, tras un arranque espectacul­ar se fue diluyendo junto con el juego de unos Jaguars que nunca dieron el salto de calidad esperado. Finalmente la pasada temporada le abrieron la puerta y estaba sin equipo hasta que los Bucs apostaron por él con otro contrato a buen precio (3,5 ‘kilos’ por un año). Nadie duda que fue Brady quien dio el OK a su incorporac­ión para tener más fondo de armario de calidad en la posición de runningbac­k. Poco a poco se ha ido asentando en el equipo y ganando protagonis­mo, todo potencia explosiva con sus 103 kgs. de músculo en 1.83 m. de estatura.

Y no acaba aquí la influencia del GOAT a la hora de construir un equipo que está a un paso del anillo. Tampa reclutó en primera ronda de draft a un línea de ataque, algo muy infrecuent­e. Tom había solicitado más protección de su línea y los Bucs gastaron su primer pick en Tristan Wirfs, un offensive tackle de 145 kgs. que ha jugado todos los partidos de la temporada cubriendo las espaldas de su influyente quarterbac­k

HGronkowsk­i, Brown y Fournette, todos con contrato de un año, suman gen ganador

A Brown, un receiver problemáti­co, Tom lo acogió en su casa para tenerle bajo control

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FOTOS: GETTY Gronkowski es el Robin de ‘Batman’ Brady
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