”SE ME CAYÓ UNA LAGRIMA AL VER QUE ERA CAMPEÓN”
Lucas Eguibar (27 años, San Sebastián) hizo historia este jueves al proclamarse campeón del mundo de snowboardcross. Una medalla de oro que suma a las dos de plata logradas en el Mundial de Sierra Nevada 2017. El donostiarra atiende a MD justo antes de coger el avión que le lleva a la siguiente cita de la Copa del Mundo, casi sin tiempo de saborear las mieles del éxito.
Debe ser extraordinario saber que uno acaba de proclamarse campeón del mundo, ¿qué se siente?
Estaba emocionado. Pensaba que había ganado, pero no me lo acababa de creer. No sabía qué decir. Se me caía una lagrima de la emoción. Hacer segundo está bien, pero ganar y ser campeón del mundo es increíble.
¿El secreto de su gran bajada final?
Estar tranquilo y conocer bien la pista. Tenía estudiado que podía pasar lo que hice en la final, y tuve la suerte que me pasara. Sabía que yendo tercero podía pasar a los primeros en la parte final.
Y ganó. ¿Qué representa para usted ser campeón del mundo?
La recompensa al esfuerzo y al trabajo, que aunque los resultados no lleguen hay que seguir trabajando. El trabajo siempre tiene su recompensa.
Lleva varios años en la élite del snowboardcross. Campeón de Europa, doble medalla de plata en el Mundial de Sierra Nevada 2017, 4º en el de Solitude (USA) hace dos años, pero, ¿dónde está la clave para estar tantos años arriba?
La clave es el trabajo, poco más. Es verdad que he tenido la suerte que hay que tener, pero la clave es trabajar y trabajar. No es que crea mucho en la suerte, pero hay que tenerla.
Un oro que llega un año antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022, le dará moral.
Sí, me da moral para seguir trabajando y luchando, pero todo puede cambiar. Mira cuando hace unas semanas en una prueba de la Copa del Mundo me hice daño. No hay duda que los Juegos son un objetivo, pero queda un año.
Ya está inmerso en la Copa del Mundo, ¿luchará por revalidar el Globo de Cristal –trofeo que reconoce al ganador– y que ya ganara en 2014-2015?
Para eso trabajamos y entrenamos.
Qué prefiere, el oro que reconoce el buen trabajo de un día o de unos días o el Globo de Cristal que premia el esfuerzo de toda una temporada. Los dos. El Globo es muy importante, significa que has sido constante, que has hecho una buena temporada, y qué decir ser campeón del mundo.
Bendito el día que con 15 años decidió dejar el esquí alpino y probar fortuna en el snowboard.
Sí, sí ¡acertamos! En su momento no pensaba que lo iba a hacer tan bien en el snowboard. Cuando eres joven no piensas, no sabes dónde vas a llegar y cuáles van a ser tus objetivos.
Siempre ha dicho que no está en el snowboard para ser flor de un día, y sí para mantener una constancia.
Por supuesto, quiero estar muchos años en la élite del snowboard.
Y lo bueno es que los jóvenes que empiezan pueden ver sus éxitos y tenerlos como referentes.
Sí, y está muy bien que cada vez haya más gente que practica snowboard y snowboardcross y más clubs. Me enorgullece ver que hay mucha gente que viene por detrás. Es muy importante. Cuando yo empecé no había tanta gente, y si esto pasa significa que se están haciendo bien las cosas. ¿Dónde cree que está clave del éxito deportivo del snowboardcross? Tuvimos unos años muy buenos, donde a nivel de equipo con el trío –él, Regino Hernández y Laro Herrero– mejoramos mucho, y este equipo ha seguido cosechando éxitos. Laro se fue. Regino logró la plata conmigo en el Mundial de Sierra Nevada 2017 y el bronce en los Juegos de PyeongChang 2018, y yo he logrado el oro en el Mundial de este año. Es el fruto a un trabajo que se lleva haciendo hace años. Isra (Israel Planas, entrenador clave en su progresión y que falleció después de Sierra Nevada 2017) es uno de los culpables de nuestro éxito.
Su trayectoria, como la de muchos deportistas, ha tenido altos y bajos, y reconoció que los últimos años no le acababan de salir las cosas. ¿Sería la constancia su mejor cualidad?
Tengo claro cuál es el camino a seguir y que para llegar al éxito tienes que pasar por muchas partes de fracasos. Cuando uno está en el fracaso, cuando no le salen las cosas, es duro y no se lo deseo a nadie, pero aprendes y mejoras.
¿Es consciente que ha hecho historia en el deporte español y en los deportes de invierno en particular?
Sí, pero aún me lo estoy acabando de creer que soy campeón del mundo. No me fijo mucho en estas cosas, sino en la carrera, en seguir compitiendo.
¿A quién dedica la medalla de oro?
A la gente que está a mi alrededor. Cuando a la gente le dices que te dedicas al snowboard sólo ven la parte bonita, que viajas por el mundo y que ganas, y no sólo es eso. Viajamos, pero también quieres estar con la familia, con los amigos y tengo que trabajar y entrenar mucho. Este sacrificio no quita que estoy enamorado de lo que hago y quiero seguir muchos más años aquí.
¿Cómo está siendo convivir con la pandemia de la Covid-19?
Bien, pero es lo que te decía, durante las últimas semanas que he estado en casa me he cuidado, pero apenas he podido ver a mi familia y amigos. He tenido que guardar las distancias. Todo el mundo me ha enviado mensajes felicitándome por los esfuerzos que se hacen. No es tan bonito como se piensa la gente. Lo es, pero tiene su sacrificio que no se ve.
Hay quien pensará también que un campeón del mundo vive bien.
Puedo vivir, pero dependemos de los resultados. Para el año que viene sí que tendré una buena beca y ojalá encuentre más patrocinadores, pero si en vez de quedar el 1º quedo el 15º adiós a la beca y no sería ni la mitad de la mitad de la mitad. También hay que decir que en este sentido el deporte español está bastante bien en comparación con otros países.
¿Durmió con la medalla de oro?
No, no, me la quité y la dejé con la cinta. Cuando vuelva a casa la enmarcaré. De momento tengo un sitio al lado del salón, pero ahora con la medalla tendré que hacer una vitrina especial
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