El Barça al desnudo
que jugaron de entrada ante el Cádiz, Ter Stegen, Dest, Piqué, Alba, Griezmann, Dembélé y Messi se quedaron en el gimnasio haciendo trabajo específico o masaje de fisioterapia. Los no titulares completaron una sesión más intensa, bajo una fina lluvia que cayó durante toda la sesión y que ayer fue una constante en Barcelona y su área metropolitana.
Estado de ánimo bajo
La sesión reflejó un estado de ánimo decaído, con caras largas en la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí después del fiasco dominical, que supuso una oportunidad de oro desperdiciada de cara a la lucha por el título de Liga. El propio Ronald Koeman, que incluso se fue al vestuario tras el partido directamente, sin saludar uno por uno a sus jugadores como es su costumbre, no ocultó su decepción tras el partido y el ambiente ayer en la Ciutat Esportiva era muy parecido al del domingo en el Camp Nou.
El equipo acabará hoy de preparar el Barça-Elche, una ocasión de ponerse a cinco puntos del líder, aunque sea con un partido más. Y esta misma semana, el sábado, volverá al campo del Sevilla para jugar esta vez en LaLiga, en partido contra un rival directo de la zona Champions. Hoy, Ronald Koeman atenderá a los medios
Hl fútbol sin espectadores ha cambiado de formato y de escenario emocional. El coronavirus ha afectado a todas las competiciones en muchos sentidos. El Barça no se ha alejado de sus socios y simpatizantes. Los tiene tan cerca como siempre pero ha perdido la interacción. Las relaciones son más distantes pero no menos intensas. El equipo, digamos, juega desnudo en el sentido que hasta los gritos de los jugadores que antes se perdían en el clamor ambiental, ahora nos llegan nítidos, secos, desangelados. Las riñas de Piqué a sus compañeros las oímos desde el sofá. No nos llegan sólo las expresiones faciales de entrenador y jugadores sino sus ánimos, sus palabras, sus enfados y sus frustraciones. Incluso las lágrimas de Lenglet al abandonar el campo por el desgraciado penalti cometido en el último minuto. Las grandes estrellas no se han dado cuenta que cada vez se va a exigir más de ellas, de su rendimiento, de su forma física, de su entrega al equipo. Juegan con salarios de otra época y con las exigencias del nuevo mundo post pandémico en el que habrá salarios más flacos, comisiones que no harán millonarios a tantos, menos ingresos televisivos y de entradas en los estadios. Es la nueva realidad. Las llamadas vacas sagradas tendrán que ajustarse a los nuevos ritmos. El Barça, por imperativo económico, tendrá que apretarse mucho el cinturón para reducir la deuda sin perder la competitividad. El nuevo presidente habrá de dedicar tiempo, esfuerzos y administrar el gran club como una empresa familiar. Responsablemente. En este sentido, Núñez fue un modelo
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