Mundo Deportivo (At. Madrid)

Lista para saltar más que mamá

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Arriba, Larissa Iapichino, saltando 6,91 en los Campeonato­s Indoor de Italia el 20 de febrero, nuevo récord mundial sub 20 de longitud. A la derecha, entre sus padres, los ex atletas Fiona May, doble campeona mundial y doble plata olímpica, y Gianni Iapichino, ex campeón italiano de pértiga

Joan Justribó

La italiana Larissa Iapichino (18 años), nueva plusmarqui­sta mundial sub20 de longitud (6,91 metros), se encamina a mejorar los éxitos de su madre, la doble campeona mundial Fiona May

o le molesta que yo pueda batir sus récords. Al contrario, me anima a hacerlo, dice que están ahí para ser superados”. Larissa Iapichino, 18 años, habla así de su madre, un mito del atletismo llamado Fiona May, que hoy, a sus 51 años, asiste con orgullo a la rutilante progresión de su hija en común con el ex pertiguist­a Gianni Iapichino. Larissa es una de las mayores promesas del atletismo mundial, campeona

Larissa acaba de batir el récord mundial sub20 más viejo, que databa de 1983

europea sub20 en longitud, la misma prueba que dio a su madre dos títulos mundiales (1995, 2001) y dos platas olímpicas (1996, 2000). Desde el pasado 20 de febrero, la hija de Fiona es también la plusmarqui­sta mundial sub 20, y no fue un récord cualquiera: sus 6,91 metros (que igualan, de paso, lo más que saltó en pista cubierta su madre) acabaron con el récord sub20 (junior según la anterior nomenclatu­ra) más antiguo, el que poseía otro mito, Heike Drechsler, con 6,88 desde 1983, nada menos que 38 años.

Iapichino, que no cumple hasta julio los 19, debería ser una de las grandes atraccione­s esta semana en el Europeo Indoor de Torun, y estará también en los Juegos de Tokio a la misma edad en que su madre compitió en los de Seúl’88, aún bajo la bandera del Reino Unido. Hija de padres jamaicanos, May no adoptó la nacionalid­ad italiana hasta 1995, cuando se casó con el padre de Larissa.

La nueva perla entró tarde en el atletismo, a pesar del historial de sus padres. De pequeña se entregó a la gimnasia artística, de la que aprendió, dice, “la dedicación y el compromiso”, y solo se dejó seducir por el atletismo cuando vio en directo a Genzebe Dibaba batir en Mónaco, en 2015, el récord mundial de 1.500. “Fue un flechazo”.

Y a pesar de llegar tarde y de comenzar no por la longitud, como cabría esperar de una hija de Fiona May, sino por las vallas, Larissa explotó pronto unas enormes cualidades, aunque su estilo sobre el foso tenga poco que ver con el de su madre. “Repaso los vídeos de sus saltos en Youtube y es curioso, nuestros estilos son totalmente diferentes”, confesó en un reportaje a Olympic Channel el pasado año, después de saltar 6,80 metros, su mejor marca al aire libre.

“Como dicen todos, aún soy una niña. Pienso en divertirme e incluso cuando sea mayor, quiero seguir viviendo el atletismo como un juego”, explica Larissa, que llama “ruidosa” a su madre cuando aiste

Está saltando más de lo que lo hacía a su edad su madre, doble oro mundial

como espectador­a a sus competicio­nes. “Sufre demasiado, grita, salta... la puedo oír aunque me concentre en mis saltos”.

Y es que Larissa es la pasión de su madre, que homenajeó a una de sus rivales en la longitud, Larissa Berezhnaya, poniendo su nombre a la hija que se encamina a batir sus récords sin que eso la moleste lo más mínimo

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