El tonito de Manu Carreño
El sesgo narrativo de Telecinco en la semifinal de Copa fue muy descarado
La retransmisión del Barça-Sevilla en Telecinco con Manu Carreño, Kiko Narváez, Fernando Morientes y Ricardo Reyes empezó con un enorme ímpetu narrativo ante una eliminatoria apasionante y acabó con los protagonistas alicaídos por el resultado. La narración tenía como evidente punto de vista la rivalidad ante el Barça. En la inmensa mayoría de ocasiones los comentaristas apuntaban a la manera como el Sevilla debía jugar o corregir su estrategia.
El 3-0 que ponía al Barça en la final cogió tan por sorpresa a Carreño que la primera reacción sonó a decepción: “Braithwaite… Toca Vaclik …y el balón se cuelaaaaaa”. Y esa ‘a’ final decayó, casi se derritió, en un tono triste. A continuación tuvo que arrancar un largo cántico de ‘¡Gooool!’ para compensarlo.
Cuando Lucas Ocampos chutó el penal Carreño exclamó: “¡Toda Sevilla pegada a la tele!”. Y todos los culés también, porque ese penalti era decisivo para unos y otros. Otro sesgo alarmante lo encontramos a la hora de considerar las manos de dos jugadores. Cuando se valoró si era penalti por manos de Ocampos, no hubo discusión: “Como la pelota le toca en el cuerpo y después en la mano no es una acción punible”. Final de la discusión. Cuando se analizaron las de Lenglet en la prórroga, se vio como el balón impactaba primero en el pecho y luego en su mano. Y empezaron los llantos: “¿Por qué esta no y otras veces sí?”. Expresaron la insatisfacción con el arbitraje y la falta de criterio del VAR, la consideraron jugada polémica e invocaron a Iturralde, su árbitro de cabecera. La primera valoración del excolegiado a través de un mensaje a Carreño fue que “el árbitro consideró que no era punible” sin explicar el motivo. Y tres minutos más tarde llegó la rectificación. Iturralde necesitó aclarar algo: “Nos dice Itu que para él sí sería penalti, pero que Sánchez Martínez ha considerado que no lo era”. Nos quedó clarísimo. La normativa arbitral que salvaba a Ocampos minutos antes era olvidada después, se convertía en jugada polémica e incluso recibía un veredicto contrario por parte de Iturralde desde su sofá. El final de la prórroga no tuvo el vigor narrativo de una remontada inesperada. El tonito de Telecinco era la apocada resignación estoica del que intenta sobrellevar un resultado
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