La eterna primavera

asan los años y los ciclos, pero hay seres tocados por los dioses que habitan en la eterna primavera. Leo Messi en una temporada de transición, en la que empezó cabizbajo y ninguneado por algunos, vuelve a ser ‘Pichichi’ de LaLiga y determinante en todo lo que hace. No sólo es quien más partidos ha jugado con el Barça sino el que ha batido todas las marcas posibles. Se le ha resistido el Mundial y algunas Champions que de haber tenido una plantilla más competitiva, habrían caído por su propio peso pero la mala política de fichajes lo impidió. Soy de los que piensa que Neymar nunca se tenía que haber ido.

Si contemplamos el futuro, la perspectiva es buena porque con Laporta seguro que se hará todo lo posible para que Messi se quede o se vaya por la puerta grande.

Desde aquí sin que suene a despedida porque creo que Leo no se irá, querría agradecerle toda la alegría que nos ha dado. Desde aquel primer día en que Messi deslumbró a Capello y a todos los que le vimos, no hemos parado de tener satisfacciones. Quedan imágenes imborrables como aquel gol en el Bernabéu en un slalom de Champions, un testarazo de cabeza de gigante, la falta contra el Liverpool… Son tantas que podríamos cubrir una vida de bellos momentos. Cumplo 50 años y para mí son el mejor regalo.

Por fortuna, el presente sigue brindando golazos como el marcado al PSG o al Huesca. Controles, fintas, pases en largo, en corto, dribblings. Apenas hay lance del juego que Messi no domine. Por si esto fuera poco, se trata de una persona modélica en su humildad y lealtad, como ha demostrado en su amor al Barça.

Disfrutemos de la eterna primavera de Messi. Pocas veces veremos radiar al sol con tanta intensidad. El día que volvamos al Camp Nou podremos corear su nombre

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