Mundo Deportivo (At. Madrid)

Salid y disfrutad

- Alexis Racionero

ocas veces unas palabras han tenido tanto calado y trascenden­cia. El legado de Johan Cruyff es eterno. Esta semana se han cumplido cinco años de la muerte de quien no sólo vino a llenar de color una Barcelona franquista con su melena yeyé y fútbol total, sino de aquel que logró transforma­r la mentalidad de un club perdedor.

Las palabras previas a la final de Wembley 92 simbolizan el estado de ánimo de quienes se toman la vida como una celebració­n. No sólo es disfrutar jugando al fútbol sino hacerlo en todo lo que haces. “Este es uno” que diría el sabio Johan.

Como jugador, Cruyff encendía un partido con un cambio de ritmo eléctrico, como en aquella mítica primera jugada de la final del 74 en la que se fue de todos hasta que le hicieron penalti. Podía ser el mejor solista del que aprendiero­n gente como Stoichkov, Butragueño o tantos otros, porque Johan no sólo era el Barça sino el estandarte de una forma de jugar al fútbol que enamoró a muchos. Colectivam­ente, Cruyff mejoraba al resto, dando bolas a Rexach, asociándos­e con Sotil y alentando siempre a los suyos para ir adelante. Johan era un líder que marcaba el camino con el brazo señalando sobre su espigada figura.

Cuando regresó al Barça como entrenador, se encontró con una buena plantilla, pero con el club sumido en la depresión de los terribles años ochenta. El secuestro de Quini, las lesiones de Schuster y Maradona, la terrible derrota contra el Steaua en Sevilla... Su irrupción en el banquillo lo cambió todo, apareció la flor y con ella brotó toda una generación de la que formo parte. Johan nos enseñó a ser felices y eso no se olvida jamás.

Pueden meterte tres goles que tu meterás cinco. Puede venir un virus pero tu siempre tendrás balón. Gracias Johan .Note olvidamos.

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