Hubo robos y también regalos
o hay duda. Se va cumpliendo cuanto vaticinamos sobre el desenlace de la presente Liga y el paralelismo que tendrá con la pasada, cuando en las últimas 11 jornadas el Real ganó 10 partidos y solo empató el último, cuando ya era campeón. Como recordarán, el acuerdo entre Rubiales y Florentino consistía básicamente en el tú me anulas a Casillas como aspirante a la presidencia de la FEF (ya tiene un chollo en la Fundación madridista) que yo te afino árbitros y VAR, que solo repasan lo que puede favorecer la Real e ignoran lo que puede perjudicarle. En Valdebebas se cumplió a rajatabla. Mientras en el Camp Nou se revisó el supuesto penal de Lenglet a Ramos, el sábado se inhibió en los cometidos por Mendy sobre Dembélé y Braithwaite. O sea, otra manipulación de la Liga a cargo de la basura arbitral, como en los mejores años de la dictadura franquista.
Dicho esto, señalar que el sábado Koeman erró. El que debía atacar, abrir líneas y contraer riesgos era el Real, que necesitaba los tres puntos para no quedar descolgado. Pero ocurrió lo contrario. El Barça salió al ataque sin hallar espacios y, en cambio, sí los dejó a la espalda de sus defensas para que el Real jugara a lo que le gusta; o sea, al contrataque. Y ganó con el 31% de posesión y 400 pases menos que el Barça. Ese lento, reiterativo e inútil ‘tiki-taka’ es y será la perdición del Barça. No tiene sentido alguno embotellar al Real con una retahíla de pases sin sentido, para que, en un plis plas, los de Zidane se planten sin problemas ante Ter Stegen . Lo inteligente hubiera sido propiciar que el Real tomara riesgos. Muy al contrario, le regaló un partido relativamente cómodo, goles y ocasiones, mientras Gil Manzano le robaba penaltis y minutos. No se puede ser más ingenuo
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