Espai Barça sí, pero...
El 5 de abril de 2014, la junta de Bartomeu montó el referéndum vinculante para decidir Sí o No al Espai Barça. Esa era la pregunta. Entonces, el presupuesto para remodelar y cubrir el Camp Nou, construir un nuevo Palau, un nuevo Miniestadi y los edificios del Espai Barça era de 600 millones de euros. La obra se pagaría a tercios y no afectaría ni al bolsillo de los socios ni a la parte deportiva. 200 millones saldrían de poner apellido al Camp Nou, 200 de un crédito y 200 más de los ingresos derivados del nuevo Espai Barça. Ese día fuimos a votar 37.535 socios, el 31% de la masa social con derecho a voto. El 68% de los socios, ante una cuestión tan trascendente, optó por quedarse en casa. Yo voté que no. Por suerte para el Barça, ganó muy claramente el Sí, con un 72,3% de votos favorables. Siete años después, sabemos que Nikken Sekkei, Pascual y Ausió, ganaron el concurso internacional. Tiempo después, los dos arquitectos catalanes fueron relevados por el estudio b720 de
Fermín Vázquez. Mientras el Barça conseguía superar todos los obstáculos -principalmente vecinales-, y se lograba un acuerdo histórico con todos los partidos del Ayuntamiento (menos la CUP) y se conseguía, en sentencia firme, que se aprobase la imprescindible MPGM (modificación del Plan General dinero al club. Incluso un compromisario pensionista, que reconoció tener sólo unos ingresos de 800 euros al mes, emocionó a sus consocios al poner todo su dinero a disposición del Barça para ayudar a salir del atolladero. Las cosas no van por ahí. Laporta, gran conocedor de la sociología culé, sabe que uno de los motivos por los que 30.000 abonados se han acogido a la excedencia es porque,
Metropolitano), los arquitectos han trabajado hasta saber, semana a semana, cómo tienen que ser la obras del nuevo Camp Nou para realizarlo en cuatro veranos y tres temporadas. El presupuesto actualizado ya subía a 815 millones.
Ahora, con Laporta como Presidente, la junta ha decidido aprovechar el proyecto Nikken Sekkei, ha introducido algunos cambios y pide permiso, en asamblea y en referéndum, para poder endeudarse en 1.500 millones para acometer toda la obra. Goldman Sachs, que con la anterior directiva ya estaba dispuesta a dejar los 815 y recuperarlos en 35 años con los ingresos que se generen del Espai Barça, también ve bien dejar este montante que se puede disparar hasta los 1.500. ¿Y los socios cómo lo ven? Nos han bombardeado tras la Covid, en muchos hogares cuesta mucho llegar a fin de mes. Sin embargo, durante la Asamblea salió una idea que se repitió hasta en tres ocasiones, por partes de distintos socios, a la hora de hablar de la financiación del Espai Barça. Se trataría de hacer algún tipo de bono o de emisión para socios para que fueran ellos, los que quisieran, los que dejaran dinero al Barça, a devolver con el nuevo Camp Nou ya en marcha, para sufragar parte de las obras. Un argumento de los que se dio sí fue certero: “Goldman Sachs lo hará para hacer negocio, nosotros lo haríamos por amor al Barça”. Imbatible. Estaría bien que dos linces como Reverter y Romeu estudiasen un poco esta propuesta
Hhasta la saciedad que el Barça sólo podrá competir con los clubs-estado si tiene un nuevo estadio que permita ingresar mucho más. Nos han amedrentado con filtraciones sobre ruinas, riesgos y palominos. Y, visto el panorama, si es básico para el futuro del club, sólo se puede votar que Sí. Es lo que haré, convencido que desde hoy a la fecha del referéndum, la pedagogía comunicativa del Barça sabrá responder todo lo que ahora está siendo tan sorprendente como enigmático. ¿Por qué volar toda la tercera grada? ¿Por qué no darle más verticalidad a la primera grada? ¿En serio que para no mover a 12.000 abonados, las últimas filas de la primera grada van a seguir con una visibilidad pésima? ¿Seguro que el nuevo Palau debe costar 420 millones? ¿Por qué nos dicen que pagamos una multa a la Euroliga por cada partido que jugamos en el pabellón actual, si no es cierto? ¿Por qué nos dijeron que el Wizink Center, para 15.000 espectadores, costó 300 millones si no costó ni la mitad? ¿Dónde puñetas vamos a jugar – pregunta vital- mientras duren las obras? ¿Por qué queremos un Camp Nou para 105.000 espectadores si contra el Valencia vamos 47.000 y hoy, jugándonos la vida ante el Dinamo, volveremos a ser los 40.000 fieles de siempre?
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