Mundo Deportivo (At. Madrid)

¿Derribar la tercera y salvar la primera?

- Xavier Bosch

Laporta, Reverter y Fort contaron bien lo del Espai Barça y los socios votamos que sí. Un 94% de los compromisa­rios dieron luz verde a pedir el préstamo de hasta 1.500 millones de euros a Goldman Sachs para financiar las obras. Ahora, pues, estamos a la espera de la fecha del referéndum, que no debe demorarse. Desde hoy hasta su celebració­n, el Barça debe contar, muy clara y pedagógica­mente, los cambios que plantean como mejora a lo que Nikken Sekkei ya tenía definido.

A mi entender, hay dos temas con los que se debe ser muy cuidadoso y muy transparen­te, a no ser que queriendo mejorar algo, lo empeoren. Me refiero a la idea de mantener intacta la primera grada y derribar entera la tercera. Ojo con lo uno y con lo otro.

El Camp Nou tiene, en su segunda grada y gracias a su inclinació­n y a la curva Mitjans, una de las mejores calidades de visión para el espectador en el mundo del fútbol, sólo superada por el Allianz Arena. La primera grada, sin embargo, es demasiado plana, la pendiente es muy suave, las cabezas tapan la visión del fútbol y, a partir de la fila 18, sólo se ve el césped y gracias, con una sensación de claustrofo­bia creciente. Como más atrás, peor. Por ello, el proyecto planteado hasta ahora, subía la inclinació­n de la primera grada, perdía las filas de más atrás y, ahí, se colocaba una corona entera de palcos VIP, cercanos al césped, que es lo que les gusta a los que pagan el gusto y las ganas por un servicio de lujo así. Ahora, sin embargo, se decide mantenerlo todo como está, para no perjudicar a 12.000 de los 28.000 abonados que hay en la primera grada, que se les obligaría a cambiar de ubicación, subiéndole­s dos pisos una vez terminada la remodelaci­ón. Si la primera grada se deja como está, ¿no va a ser muy raro gastarse 850 millones en un estadio nuevo y tener 30.000 asientos con una mala visibilida­d de por vida? Si es un error histórico, estamos a tiempo de subsanarlo.

Por el contrario, lo que se piensa ahora es, antes de cubrir todo el estadio, derribar la tercera grada entera para construirl­a de nuevo. Eso implica que una obra muchísimo más cara (ahora tenemos el dinero), más larga (no nos sobra el tiempo), con más incomodida­des para todos los abonados y con la certeza que los 16.000 socios con butaca en la tercera grada van a estar años sin acudir al estadio. Y, cuando vuelvan, estarán más arriba y más lejos del césped. Derribar la tercera grada también implica tener que pedir permisos nuevos porque, hasta ahora, la licencia de obras permitía reforzar la grada construida en 1981 y construir la parte nueva de la tribuna actual hasta igualar el estadio. La licencia actual tampoco permite hacer las dos coronas de palcos VIP en la parte superior de la segunda grada. Y pedir la modificaci­ón de todo ello se puede hacer en pocos meses, pero para que lo concedan, a menudo pasan años.

Por cierto, la semana pasada escribí sobre las dos líneas rojas que el proyecto no debía traspasar para que Ayuntamien­to y la Asociación de Vecinos no paralizase­n la obra: la altura y el perímetro del nuevo estadio. El club se encargó de comunicar que, con los cambios, no se rebasaba ni lo uno ni lo otro. Mejor ●

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FOTO: P. MORATA Memphis Depay, con la inmensidad del Camp Nou de fondo
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