Mundo Deportivo (At. Madrid)

GRANDEZA TOTAL

Tom Brady sigue en plena forma a los 44 años y lanzado hacia su octavo anillo de campeón de la NFL Fuera del campo tuvo dos detallazos con un niño y un fan que le devolvió el balón de su 600º touchdown

- David Llorens

Tom Brady hace ya tiempo que rompíó todas las barreras de lo que se creía imposible. Con 44 años y siete anillos de la NFL en sus dedos continúa hambriento de gloria y, cerca del ecuador de la temporada, sus Tampa Bay Buccaneers flexionan el músculo del campeón y, estadístic­as en mano, optan a todo porque se están mostrando intratable­s.

Y si la grandeza de un deportista no se mide sólo por su palmarés sino también por su actitud fuera del campo, el quarterbac­k california­no se ha ganado aún más el respeto no sólo de su hinchada sino de todo el ‘fanbase’ estadounid­ense con sendos gestos que tuvo con dos personas del público tras el contundent­e triunfo de sus Bucs ante Chicago por 38-3 en la séptima jornada de la ‘regular season’.

El primero fue Byron Kennedy, un espectador que estaba sentado en primera fila de una de las tribunas situadas en la zona de marca del Raymond James Stadium con una camiseta de los Bucs con el dorsal 13, el del receptor Mike Evans. En las postrimerí­as del primer cuarto Tampa Bay ya ganaba 14-0 cuando Brady lanzó un pase corto hacia Evans, que logró el tercer touchdown del partido (21-0). Éste vio a Kennedy en la grada con su camiseta, le señaló y le hizo entrega del balón.

Una pelota millonaria

No era un balón cualquiera; en absoluto. Era el balón del touchdown número 600 en la carrera de Tom Brady, primer quarterbac­k de la historia que alcanza esta cifra.

Un balón como este podría alcanzar cifras exorbitant­es si el afortunado fan lo pusiera a subasta en el mercado pero, contra todo pronóstico, no lo hizo. Estuvo unos minutos hablando con un responsabl­e del club y finalmente devolvió el cuero para que tuviera un lugar preeminent­e en el museo de la franquicia o bien se lo quedara el propio Brady como recuerdo.

Un gesto de este calibre no pasó desapercib­ido y el club le colmó de obsequios por su generosida­d a petición expresa del propio Tom, que aplaudió públicamen­te el detalle. Kennedy recibió dos camisetas firmadas por Brady y uno de sus cascos, una camiseta firmada por Mike Evans y las zapatillas con las que disputó el partido, dos pases gratuitos de temporada para asistir a todos los partidos tanto de esta campaña como de la siguiente y un bono de regalo por valor de 1.000 dólares para gastarlo en la tienda oficial del club. A Brady no debió parecerle suficiente recompensa porque horas después añadió un bitcoin, valorado en unos 53.600 euros, a la cesta de regalos.

El otro afortunado de la jornada fue un niño de 9 años, Noah Reeb, que durante el encuentro estaba en la grada con una pancarta en la que se leía ‘Tom Brady me ayudó a superar un cáncer cerebral’. Con su visión periférica de quarterbac­k experiment­ado, a Brady no se le escapó el detalle y al concluir el encuentro se dirigió a la carrera hacia la zona donde se encontraba el crío. Le regaló una de sus gorras y le estrechó la mano mientras Noah no podía parar de llorar a causa de la emoción. Luego, en rueda de prensa, aplaudió la valentía del chaval. “Es un chico duro, desde luego. Pone en perspectiv­a lo que hacemos en el campo, que no es nada comparado con lo que mucha gente tiene que afrontar en su vida diaria”

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FOTO: GETTY Tom Brady amartilla el brazo para lanzar durante el encuentro entre Tampa Bay y Chicago Bears
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