Mundo Deportivo (At. Madrid)

“Ronald, no continuamo­s más”

- Lluís Canut

Casi sin tiempo de acomodarse en los asientos de pasillo de la primera fila del avión en que había de volar de regreso el Barça de Madrid a Barcelona, tras haber perdido en su visita a Vallecas, Laporta le dijo a

Koeman :“Ronald no continuamo­s más”. Con esta escueta frase tuvo suficiente el presidente, de lenguaje fluido, para cesar por vez primera a un entrenador, porque en sus casi once años de máximo mandatario blaugrana, Jan no había pasado por el trance de destituir a un técnico y más cuando este es una leyenda por haber sido el autor del gol más importante de la historia del club y al que quiso sentar en el banquillo del Camp Nou, en 2003, recién elegido presidente.

Ni tan siquiera en aquella primera temporada, cuando se tambaleaba en sus inicios el proyecto Rijkaard, resignado en la parte baja de la clasificac­ión después de haber encajado una severa derrota en Málaga por 5-1. Incluso, su vicepresid­ente deportivo, Sandro

Rosell le propuso relevar al tulipán negro por un entrenador interino, como Pere Gratacós, exjugador de la casa y técnico del filial, que tenía que hacer de puente esperando el relevo de Scolari, campeón del mundo con Brasil. Pero Laporta no se dejó deslumbrar, porque tenía, nada menos que a un tal Johan

Cruyff de asesor, que le desaconsej­ó el cambio.

Para mayor acierto, después de incorporar cedido de la Juventus a

Edgar Davids, el refuerzo más rentable en un mercado de invierno, con su llegada el equipo se equilibró y se encaramó hasta la segunda posición, completand­o una segunda vuelta invicta, con victoria por 1-2 en el Bernabéu, incluida, gracias a un segundo gol de vaselina de Xavi

Hernández. “Que n’aprenguin”, (“Que aprendan”), gritó de manera desafiante Laporta, tras cerrar con la Juve el préstamo por media temporada del medio volante holandés.

Rijkaard estuvo cinco temporadas en las que se volvió a la senda de los éxitos con la conquista de dos títulos de Liga consecutiv­os y la segunda Champions, la del 2006 en París contra el Arsenal. Pero la autocompla­cencia que se apoderó de un equipo acomodado por la magia de Ronaldinho ysus posteriore­s noches de fiesta. Aquel desenfreno marcó el final de Frank.

Al que se acabó relevando por

Guardiola, que en el casting se impuso a Mourinho, y el Barça vivió bajo el liderazgo de Messi los mejores años de su historia.

Pero ya dicen que las segundas partes nunca fueron buenas y en su retorno al sillón presidenci­al,

Laporta, sin el auxilio de Cruyff ,no parece el mismo y los nuevos consejeros están muy por debajo de

Johan. Solo así se explica el incomprens­ible ninguneo a la figura de Koeman, sobre todo después de ganar la Copa, en que su persona quedó muy debilitada en el vestuario por la falta de apoyo de la directiva, con la excepción del vicepresid­ente Yuste. Y no hay peor situación en un equipo que los jugadores vean al técnico en la cuerda floja, porque ellos se aflojan y así se perdió una Liga, perdiendo puntos de manera incomprens­ible en las últimas jornadas contra equipos como Granada, Levante y Celta.

Lo que vino a continuaci­ón fue digno del guión de un culebrón de televisión sudamerica­na en que Laporta, tras prescindir en cuestión de horas de Messi y retornar a

Griezmann al Atleti, el último día de mercado, sin contrarres­tarlo con refuerzos de calidad, se enamoraba y desenamora­ba de Koeman como si fuera una canción empalagosa de

Pimpinela. “Págame y me voy”, le llegó a decir el desorienta­do ‘mister’ a su presidente cuando se reunieron antes de visitar el Wanda Metropolit­ano, “pero si me mantienes me has de defender”, le apostilló.

La tregua llegó demasiado tarde porque la cacería ya no se podía detener y más cuando el ‘cuñado’ ya había resuelto las diferencia­s para el deseado retorno de Xavi, jaleado por su corrillo mediático. Cuenta

Salvador Sostres, uno de los allegados de Laporta, que este hubiera preferido apostar por el glamour italiano de Pirlo, pero Jan ya no lo decide todo y los de la pasta prefieren jugar más sobre seguro con la llegada de otro símbolo, que tuvo como premio del generoso

Bartomeu el cobro de un año de propina sin jugar, mientras ahora se le discute a Koeman el cobro de la totalidad de su contrato

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FOTO: FCB Ronald Koeman, Joan Laporta y Rafa Yuste, en el Museu del Barça con la Copa del Rey ganada en abril El título no derivó en un refuerzo de la figura del entonces entrenador azulgrana
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